«La delincuencia juvenil marginal ya es minoritaria»

Ana Martínez
-

«Un delincuente no surge de manera espontánea»

Esther Fernández - Foto: Arturo Pérez

Han cumplido 30 años y son más necesarios que nunca. La Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) implantó en el año 90, en el Campus de Albacete, los estudios de Criminología, formación que con el paso del tiempo no solo se ha ido afianzando hasta llegar a convertirse en Grado, sino que su Centro de Investigación  en Criminología, especializado en el estudio de la delincuencia juvenil, ya es todo un referente a nivel internacional. Esther Fernández Molina es su actual directora.

¿Qué es la Criminología?

La Criminología es una ciencia empírica de carácter social que trata de comprender el fenómeno delictivo, con el fin de prevenirlo o de intervenir para disuadir al delincuente e identificar la mejor actuación de los agentes de control que ser más eficaces. Lo que le interesa a la Criminología es por qué las personas delinquen y qué puede hacerse para que no lo hagan. También tiene en cuenta a la víctima, de tal forma que a través de sus características, sentimientos y reivindicaciones contribuya a saber más sobre el delito para ser más eficaces en la lucha contra la delincuencia. 

¿Cuál ha sido el recorrido de estos estudios desde los años 90?

La UCLM fue de las primeras universidades españolas que en los años 90 implantó los estudios de Criminología, gracias a que existía un grupo científico formado por profesores de la Universidad que empezaron a abrir varias líneas de investigación en este ámbito. Comenzamos con el máster, que era título propio, y con el doctorado. En 2005, el doctorado recibió la mención de excelencia y se transformó en un máster oficial en 2009. Yhace tres años desde el Rectorado se decidió ofertar Criminología como grado.

¿La sociedad sabe realmente qué es la Criminología o series televisivas como CSI le han hecho daño?

Han hecho tanto daño que muchos alumnos vienen pensando que van a emprender una carrera más cercana al CSI. Esto sucede por la confusión que genera la traducción del inglés de Criminología y Criminalística, pero en realidad son dos disciplinas distintas. 

¿En qué se diferencian?

La Criminalística, que sería lo que se corresponde con la serie CSI, interviene una vez ocurrido el delito para tratar de descubrir el modus operandi y el autor, una labor forense que en España realizan las policías judiciales de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Por su parte, la Criminología estudia por qué las personas cometen delitos, cómo se puede intervenir para que no los cometan, cómo se puede trabajar con las víctimas para que los procesos de victimización sean menos intensos y dolorosos, cómo puede intervenir en el espacio para que sea menos criminógeno, cómo hacer ciudades más seguras... Es verdad que muchos alumnos vienen atraídos por el CSI, pero cuando acaban el grado se quedan absolutamente enganchados con la Criminología, tiene un atractivo indudable.

¿Y salidas profesionales?

Los criminólogos pueden trabajar en distintos niveles. En los ayuntamientos como un funcionario más ocupado en el ámbito de la seguridad, ayudando en el diseño de ciudades más seguras, contactando con Policía Local, Protección Civil, relacionarse con instituciones educativas para hacer prevención con los menores, con las instituciones de salud para corregir algunos comportamientos antisociales y conductas de riesgo... En el ámbito de la Policía Local, cada vez son más los agentes que tienen como formación de origen la Criminología y si no tienen estos estudios, una vez que son policías se matriculan. En el ámbito nacional, un criminólogo puede trabajar en la Policía Nacional o en la Guardia Civil, en el sistema judicial como criminólogo forense parar realizar informes que ayuden al juez a tomar decisiones; en el ámbito de la intervención con las víctimas; en el ámbito de la intervención con delincuentes, en las prisiones, en  medidas alternativas, por ejemplo, intervenir con los agresores domésticos para el control de la ira dentro y fuera de la prisión;en el ámbito de la justicia juvenil … El abanico es inmenso, pero es verdad que es posible que se escuche que hay pocas salidas laborales.

¿Ya qué obedece este pensamiento? ¿Hay alguna razón?

Mientras en países de nuestro entorno la profesión de criminólogo está totalmente consolidada, en España, por muchos motivos, no está reconocida, algunas de sus funciones las realizan otros profesionales y otras están por descubrir.

La UCLM estrenó los estudios de Criminología vinculados a la delincuencia juvenil, ¿hubo algún motivo especial?

Porque poco a poco nos hemos ido especializando, de tal modo que a día de hoy somos un referente nacional e internacional en los estudios de delincuencia y justicia juvenil. Éramos posiblemente de los más capacitados para ofertar este máster.

¿Y por qué centrarse en la juventud cuando el delito puede estar en cada uno de nosotros?

Hace mucho tiempo que la Criminología descubrió que un delincuente no surge de manera espontánea, sino que su carrera delictiva se produce poco a poco y de forma continua. Nosotros estudiamos las trayectorias de vida, qué provoca que las personas se involucren en la delincuencia, qué hace que se mantengan en ella o que abandonen y, al mismo tiempo, dilucidamos cómo puede el sistema trabajar con ellas para que desistan antes con el menor daño posible e intentado prevenir la reincidencia. Trabajar en delincuencia juvenil es trabajar en la prevención del delito. 

Este grupo de investigación se involucró en 1990 en el Estudio de Delincuencia en Juvenil Autoinformada, una iniciativa internacional que compara las carreras delictivas de los jóvenes. ¿A qué conclusiones han llegado hasta la fecha?

Una de las cosas que se ha descubierto es que se ha producido una importante bajada de la delincuencia juvenil que se lleva produciendo de manera sostenida casi dos décadas, tanto en España como a nivel mundial. Es cierto que hay muchos factores que lo explican, pero una parte importante es que el sistema de justicia juvenil está funcionando y aunque todavía tiene muchas cosas que mejorar, hay una práctica profesional basada en la evidencia científica que ha conseguido desarrollar programas de intervención con menores delincuentes que funcionan. El mejor indicador es que las tasas de reincidencia cada vez son más bajas y las tasas de delincuencia juvenil en general están bajando.

¿Cuáles son esos programas de intervención a los que se refiere?

Medidas intensivas como la libertad vigilada o los trabajos en beneficio de la comunidad. Muchos ciudadanos pueden creer que la libertad vigilada es llevar a un policía detrás, pero no tiene nada que ver, hay educadores que trabajan duramente con los chicos para intentar mejorar los déficits psicosociales que tienen. 

¿Ha cambiado el perfil del joven delincuente en España?

Sí, ha habido un ligero cambio de perfil. En los años 90, la delincuencia juvenil se vinculaba al joven del ámbito marginal cuya vida transcurría de forma disfuncional e incorrecta, este perfil era mucho más prevalente en el sistema. Sin embargo, esto ha cambiado de tal manera que hoy es minoritario, gracias, en gran parte, al éxito de intervención de Bienestar Social, de todos esos trabajadores que desde los servicios sociales vienen trabajando con este perfil desde mediados de los 80, que es cuando en el Estado del Bienestar dio su pistoletazo de salida en España. El perfil ha cambiado también porque han aparecido perfiles distintos en los tribunales. Se ha producido un proceso de judicialización de la vida cotidiana  Hoy en día, cualquier conflicto, por pequeño que sea, acaba llegando a los tribunales y esto ha originado que los juzgados de menores se tengan que enfrentar a otras realidades

¿Jóvenes más normalizados?

Efectivamente, chicos y chicas que  pueden ir muy bien en los estudios y pertenecen a una familia de clase media trabajadora, absolutamente funcionales y sin ninguna dificultad, que en un momento determinado, por su propio proceso madurativo, se equivocan, resuelven los conflictos de manera agresiva, toman malas decisiones y esos errores, fruto de la inmadurez, acaban en la Justicia de Menores. Esto ha provocado también que se hayan tenido que crear programas de intervención diversos, para personas que tienen muchas dificultades psicosociales y para personas que están muy normalizadas y lo que necesitan es conocer las leyes, las consecuencias por contravenirlas, en definitiva, intervenciones más puntuales para ese comportamiento delictivo que tiene un carácter muy eventual y que para nosotros no son carreras delictivas, sino comportamientos conflictivos que se deben resolverse con cabeza, porque poner etiquetas puede tener un efecto contraproducente en los jóvenes.

¿Tiene la Criminología algún reto importante sobre la mesa?

Ahora mismo el verdadero reto es la ciberdelincuencia. Sabemos poco, sabemos que hay una cifra negra importante, delitos cometidos que no se denuncian, que están ocultos a las instancias de control formal, sabemos que ahora mismo hay bastante ciberdelincuencia que no se está detectando y que el perfil del ciberdelincuente es distinto al del delincuente de la calle. Esto ahora mismo se está convirtiendo en uno de los retos de la Criminología: conocer cuáles son los comportamientos de los jóvenes en el espacio virtual. A principios de 2021, en esta iniciativa internacional que ya he comentado, vamos a iniciar una nueva oleada de cuestionarios donde preguntaremos qué hacen los jóvenes mientras están en la red y qué sufren, porque también se están produciendo muchos procesos de victimización desde las redes y nosotros queremos conocerlos en profundidad.