Catarro o alergia, ¿los distingues?

Agencias
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En ocasiones, los síntomas de estas alteraciones se pueden confundir, pero hay evidencias específicas que permiten discernirlas como, por ejemplo, la duración de los episodios

Las alergias de otoño se están incrementando de forma paralela al resto de enfermedades de este tipo. En ocasiones, los síntomas pueden confundirse con los de un catarro, muy habitual en estas fechas otoñales. ¿Pero cómo se pueden distinguir? En algunos casos, las molestias de la alergia de otoño no se expresan con tanta claridad como en los meses de primavera. Por este motivo, se puede crear cierta confusión por parte de los pacientes, según asegura el médico Francisco Feo Brito, miembro del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic). El también jefe de la sección de Alergología del Hospital Universitario de Ciudad Real advierte, sin embargo, de la presentación y la evolución en ambos casos son muy diferentes.

 Según precisa, los catarros tienen una duración de entre cinco y siete días, se asocian a una congestión nasal, secreción densa y suelen acompañar de fiebre o dolor en la garganta. Por el contrario, los síntomas de alergia tienen varias semanas de duración y cursan con intensidad variable en función de la exposición. Los síntomas son también diferentes, pues la alergia provoca picor de ojos y de nariz, lagrimeo, enrojecimiento de los ojos, secreción nasal clara y líquida, así como estornudos muy frecuentes. En el caso de asma, se suman la tos seca, pitidos en el pecho y dificultad para respirar.

En concreto, las alergias más habituales en otoño están relacionadas con los pólenes de la familia de las amarantáceas, que incluyen la salsola. «Son los más alérgicos durante los meses de otoño. Afectan a entre el 30 y el 40 por ciento de los alérgicos. Algunas especies de esta familia no son tan aerovagantes, por lo que no se detectan en los análisis atmosféricos. Por esta razón, ciertos pacientes presentan síntomas intensos a pesar de sus niveles bajos», aprecia el especialista. Asimismo, apunta al polo de parietaria, más frecuente en el área mediterránea, que toca al 20 por ciento de los pacientes alérgicos.

De otro lado, el doctor Feo llama la atención sobre la alergia a los hongos (alternaria), bastante típico en esta época del año. «Los hongos están presentes en un nivel atmosférico durante todo el año. Sin embargo, temperaturas de entre 20 y 30 grados y cierto grado de humedad, favorecen la liberación desde sus esporas de la proteína alergénica responsable de los síntomas asmáticos de los pacientes», agrega el experto.

Desde septiembre a noviembre es la época más reactiva, según avisa, especialmente con las tormentas que arrastran las esporas del suelo a la atmósfera, incrementando de forma exponencial la cantidad ambiental, y la sintomatología asmática de los alérgicos. Numerosas publicaciones han asociado epidemias severas de asma asociadas a tormentas, tal y como aclara el experto de la Seaic.

«La clásica alergia primaveral durante los meses de mayo-junio por gramíneas y olivo ha evolucionado con nuevos pólenes alergénicos y mayor capacidad sensibilizante. De este modo, solo uno de cada 10 pacientes está sensibilizado a un solo polen, y la alergia estacional se ha convertido en perenne, con síntomas durante casi todo el año», explica.

Las amarantáceas o salsola predominan en zonas con actividad agrícola, por lo que son plantas muy habituales en la proximidad de las superficies cultivadas (viñas, melón, árboles frutales), según precisa. De esta forma, las elevaciones más altas se alcanzan en el valle del Ebro (Lérida, Zaragoza) y en la zona mediterránea (Almería, Alicante, Murcia). Además, y como consecuencia del cambio climático, indica que se alcanzan niveles reactivos en otras zonas, como Alcázar de San Juan, Toledo o Vallecas.

Por otro lado, el alergólogo resalta que las alergias en otoño se están incrementando por un lado por el componente genético. «Así, cuando los padres no son alérgicos, el riesgo de desarrollar alergia es de un 20 por ciento. El riesgo se eleva al 40 por ciento cuando es alérgico uno de los progenitores y alcanza el 60 por ciento si los dos padres lo son», agrega.

Polución ambiental

Asimismo, indica que la contaminación  daña el epitelio bronquial, provocando una respuesta inflamatoria, y facilitando un mayor efecto de los pólenes, que a su vez son más alérgicos como consecuencia de la propia contaminación atmosférica.

En la actualidad, y dentro de un estado de alarma de emergencia climática, el experto resalta también que el cambio climático es uno de los factores determinantes en la peor evolución de los pacientes alérgicos. 

«El aumento de las temperaturas prolonga la temporada de las alergias, las tormentas rompen los alérgenos y con su mayor penetrabilidad inducen episodios de asma de mayor gravedad, en algunos casos de riesgo vital. Igualmente, el incremento de humedad, asociado a la mayor pluviosidad del otoño, eleva la cantidad de esporas de alternaria», indica.