«Me interesa acercarme a la copla con perspectiva de género»

A.D
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Lidia García García, investigadora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia (UMU) se ha convertido con su podcast Ay Campaneras, en toda una revelación.

Lidia García García - Foto: Desirée Recio

Lidia García García, investigadora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia (UMU)  se ha convertido con su podcast Ay Campaneras, en toda una revelación. La divulgadora de Montealegre del Castillo comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de este exitoso programa dedicado a la copla.

¿Cómo comenzó la idea de Ay Campaneras?

El podcast se inició durante el confinamiento de una manera muy improvisada, no tenía experiencia en radio, ni equipo profesional, pero como me dedico a cuestiones relacionadas con una lectura de género en la copla, aunque en la Universidad trabajo en Historia del Arte. 

Cuando empezó el confinamiento me apeteció hacer algo más divulgativo, más divertido, empecé a grabar el podcast en casa y, para mi sorpresa, gustó a mucha gente. 

¿Solo copla?

No, también cuplé o zarzuela y el término que suelo utilizar es música de nuestras abuelas, porque me interesa el componente de cultura colectiva, de memoria social, inscrito en estos géneros muchas veces olvidados.  Quiero dirigirme a la gente de me generación y yo tengo 30 años. 

¿Qué puntos de vista aborda, solo el musical?

A mí me gusta algo tan sencillo como volver a disfrutar esta música, volver a escuchar las historias que cuenta y entender. La mayoría de nuestras canciones no son tan distintas a nuestras vidas, en realidad, hablan de pasiones y emociones humanas, pero me interesa acercarme a la copla con una perspectiva de género, desde una mirada contemporánea. Está vinculada a la memoria femenina, por supuesto, con una perspectiva de clase, son músicas vinculadas con lo popular.  

¿También desde el punto de vista de la disidencia?

Por supuesto, hablamos de la copla vinculada  en la posguerra española, donde no se podía hablar de muchas cosas de una manera explícita y, sin embargo, a través de estas canciones se pudieron apuntar o sugerir otras formas de ser y estar en el mundo. 

¿Por ejemplo?

Se ha estudiado en coplas que había escrito Rafael de León. Ojos verdes, cuando lo cantaba una mujer como Concha Piquer, era una cosa y cuanto la cantaba Miguel de Molina, aunque no lo dijera abiertamente, se estaba apuntando  al mundo de la clandestinidad homosexual, o con una historia como la de Tatuaje, ambiente portuario de amores efímeros, en los que, por supuesto, la clandestinidad homosexual de la época se podía ver representada. 

¿Detrás de algunas coplas hay historias, mensajes codificados, podríamos decir?

Sobre todo las canciones, me parece importante, porque da alguna de  las claves del éxito del género, de la copla, eran susceptibles de varias lecturas. Más allá de que se rastreen estos dobles sentidos en las génesis de los textos, como sucede con muchas letras de Rafael de León, históricamente los colectivos que no nos hemos visto representados de una manera explícita en la cultura de masas, nos hemos acogido a las interpretaciones que hemos podido hacer para encontrar eso tan importante que son referentes. La copla se ha prestado. 

¿Hay interés por la copla?

Yo creo que sí. Además de programas tan estupendos como A tu vera, veo un interés creciente que yo no pensaba ni por asomo. Además del podcast, colaboro en Radio 3, hablando de este tipo de cosas. Se están abriendo espacios.

¿La nueva copla establece aún mecanismos para codificar mensajes?

Afortunadamente, creo que no es  necesario, hoy se pueden hablar de muchas cosas de manera abierta en las canciones. Hoy hay gente que canta copla, desde la actualidad y habla de todo tipo de cosas, sin ningún tipo de problema, como Diana Navarro, que en su último disco tenía una historia de amor entre dos mujeres, o María José Llergo, canta flamenco y copla, una perdona con cierto activismo y no debemos olvidar a Martirio dentro de esa educación emocional de las mujeres.