«El cante es una forma de oración»

V.M.
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Pedro Heredia Reyes nació en Granada (1973) y debutó como cantaor en el Festival de Jerez. Se consagró en la Bienal de Sevilla de 2016 y un año después recibió el Premio Peña El Taranto. Ha participado en festivales nacionales e internacionales

Pedro Heredia Reyes, cantaor flamenco. - Foto: J.A.

Los Festivales de Albacete 2021 incluyen tres conciertos bajo el título Patio Flamenco que arrancarán hoy, a las 22 horas, en la plaza de toros, con un recital del  aclamado cantaor granadino Pedro El Granaíno, del que la crítica destaca su pureza y hondura.

¿Qué supone abrir este ciclo en nuestra capital?

La verdad es que estoy muy contento porque sé que hay una afición muy importante por el flamenco en Albacete. Teníamos muchas ganas de actuar aquí y, gracias a Dios, este año ha podido ser.

¿Recorrerá todos los palos del género en su concierto?

Mi repertorio es clásico, pero no llevamos preparado uno específico, porque mis actuaciones siempre dependen mucho del público y de las sensaciones que uno tiene en ese momento, de ahí van surgiendo cosas nuevas... digamos que eso es lo bueno que tiene una música tan rica como es el flamenco. En cualquier caso habrá seguiriyas, soleás, granaínas, bulerías, fandangos y lo que vaya surgiendo.

¿Con referencias a algunos clásicos?

En mis recitales siempre hay un poco de ellos, siempre se acuerda uno de los grandes: Tomás Pavón, El Chocolate, Fosforito, Camarón, Caracol, Morente... son escuelas que están ahí para la eternidad.

Le suele acompañar sobre las tablas Antonio de Patrocinio, ¿supongo que ya habrá establecida una química muy especial entre ambos?

Claro es como mi escudero (risas). El público además se da cuenta y eso se transmite desde el escenario, porque llevamos mucho tiempo juntos y, sin duda, nos entendemos a la perfección.

La crítica especializada destaca de usted su entrega total sobre el escenario y el desgarro que transmite, ¿es una de las claves para explicar su éxito?

No lo sé, lo que está claro es que cuando uno se sube a un escenario da igual el sitio y te entregas sin reservas al público que ha venido a verte, porque es tu manera de expresar emociones. Hay una frase que Manuel Molina le dijo a Tomás Pavón y con la que me quedo siempre: «Yo no canto por cantar, es porque no encuentro una forma más hermosa de rezar» y es que, al fin y al cabo, el cante es una oración, una manera de expresar todas las emociones más profundas.

Participó recientemente en la Flamenco Biennale de Holanda, ¿goza de buena salud el género fuera de nuestras fronteras?

Sin duda, existe cada vez más interés por el flamenco en el extranjero y un respeto tremendo a nuestra música entre el público. También es cierto que en nuestro país, después de tantos años, está ocupando el sitio que se merece, aunque quedan cosas por hacer y lugares donde no se le da aún ese sitio.

¿Y cómo ve el panorama nacional?

Desde el punto de vista artístico hay una generación increíble de cantaores, bailaores, guitarristas... muy preparados, pero creo que desde las instituciones se tienen que hacer todavía cosas, porque necesitamos más ayuda y dignificar más la profesión, hay sitios incluso donde uno va a trabajar y no tiene ni un camerino digno, un lugar donde el artista necesita ese momento de intimidad previo a la actuación; no obstante, la magia del flamenco hace que a veces el duende aparezca cuando las condiciones son peores.

¿Qué opina de las fusiones tan audaces que se hacen a veces con este género?

Siempre digo que la música se puede fusionar, otra cosa es el nombre que se le dé a esa fusión. En España somos muy dados a inventar palabras, aquí surgió el flamenquito, dándole una dimensión inferior al flamenco, pero como sabes no existe el jazzito o el bluesito. No tengo nada en contra de los artistas que hacen música aflamencá, pero otra cosas es emplear la palabra flamenquito, es algo que sin querer le hace daño al flamenco, hay un abismo entre una rumbita típica de una feria a una soleá de Juan Talega o una seguiriya de Manuel Torre. Los primeros en hacer fusión en cambio no quitaban importancia al género, caso de Pata Negra, Ketama o Manzanita... todo se puede fusionar, pero hay que llamar a cada cosa por su nombre.

¿Qué hay de ese proyecto tan esperado por los aficionados del disco junto a Vicente Amigo?

La verdad es que ese proyecto lleva un tiempo encima de la mesa, es cierto que  hace tres años Vicente y yo estuvimos hablando del tema, pero se metió la pandemia por medio cuando íbamos a grabar y después hemos seguido cada uno trabajando por separado. No es algo que me preocupe, es algo que llegará cuando tenga que llegar, aunque el público lo está pidiendo. De todas formas, para mí la mejor forma de sentir el flamenco es que la gente vaya a ver al artista a un concierto.