Los toros de Miura brindaron una entretenida tarde en Hellín

Pedro Belmonte
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El diestro gaditano Octavio Chacón abrió la puerta grande de la plaza hellinera, en una corrida donde los tres diestros 'tocaron pelo' con los exigentes astados de la mítica ganadería

La terna se desmonteró para escuchar el himno nacional antes de iniciarse el paseíllo. - Foto: Pedro Belmonte

Cuatro orejas a cinco miuras no se puede considerar un mal balance, y ese fue el que ayer resultó en el regreso de la legendaria ganadería a la plaza de Hellín, tras 48 años de ausencia. Se remendó con un toro de Prieto de la Cal, muy deslucido, saliendo dos toros y medio con muchas posibilidades del hierro titular, en una tarde en la que se cubrió la mitad del aforo, con una agradable temperatura, abandonando Octavio Chacón la plaza de toros en hombros.

Abrió plaza un remiendo de Prieto de la Cal, un cinqueño jabonero que llamo la atención de salida, pero que rápidamente dio la cara, la mala cara, pues en el capote no acabó de pasar, con poco recorrido aunque sin hacer todavía cosas feas. En el caballo se dejó dar, recibiendo un fuerte puyazo, llegando a la muleta muy enterado, sin pasar y orientado, quedándose en la cadera del torero, que aunque lo intento por los dos pitones, no hubo nada que hacer. Una estocada casi entera caída, fue suficiente, silenciándose su labor.

El segundo de su lote, el único miura que mató Octavo Chalón, tuvo bastante largura en la embestida y desarrollo noble, lo que ya dejó evidente claro en el capote, al que se entregó. Llegó a la muleta desplazándose por los dos pitones con recorrido y transmisión, sobre todo en las primeras tandas por ambos pitones, dándole distancia el torero, templando los muletas. Faena muy compuesta rematada con una estocada, paseando las dos orejas de Trianero.

Muy agalgado fue el segundo de la tarde, primero de los cinco miuras que se lidiaron, un toro al que se midió mucho en el caballo, ya que salió blandeando de su encuentro con el peto. Esperó en banderillas, por lo que sólo se le pusieron dos pares. En la muleta se movió con franqueza por el pitón derecho, lo que aprovechó Filiberto para cuajarle apenas tres tandas que transmitieron mucho. Una pena la espada, que asomó por el costillar en el primer intento, necesitando un pinchazo más y una estocada baja, recogiendo una ovación.

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