El cielo se negó a tener clemencia

E.F. / Redacción
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Las fuertes lluvias del Viernes Santo y las rachas de viento de ayer provocaron una suspensión en masa de procesiones mientras los templos abrían sus puertas para dar refugio a los desolados fieles y cofrades

La nave mayor de la Catedral se llenó de rostros serios y miradas tristes. - Foto: José Miguel Esparcia

El cielo no quiso, y no hubo nada que hacer. El Viernes Santo, la lluvia convirtió el programa oficial de la Semana Santa en un auténtico parte de bajas, con la suspensión de las procesiones del Vía Crucis y del Santo Entierro. Pero ayer, Sábado Santo, cuando parecía que la lluvia iba a dar una tregua, llegó un ventarrón que llenó las calles de árboles caídos o a punto de caer así que la prudencia se impuso y buena parte del programa oficial también tuvo que suspenderse.

La jornada del Viernes Santo ya empezó con muy mal pie, con la suspensión de la Procesión del Santo Vía Crucis, cuya salida estaba prevista a las 12 de la mañana de la Parroquia de la Purísima. A pesar del auténtico jarro de agua fría, los fieles hicieron de tripas corazón e hicieron un Via Crucis en el interior de la Iglesia, mientras el Santísimo Cristo del Consuelo quedaba protegido de la intemperie bajo la nave del templo.

A las 12 y media del mediodía, mientras una tormenta barría toda la provincia con un auténtico manto de agua, llegó el segundo golpe. Desde la Junta de Cofradías de la Semana Santa, se anunciaba que, en principio, la salida de la Solemne Procesión del Santo Entierro desde la Santa Iglesia Catedral se aplazaba media hora, por si escampaba lo justo para permitir la salida de los pasos.

Pero llovía sin cesar -50 litros por metro cuadrado en Albacete en menos de 24 horas, según la Agencia Estatal de Meteorología, cuya web no daba abasto para tanta consulta- y, al final, después de una agónica espera mirando a los cielos, hubo que rendirse a la evidencia y llegó el mazazo: suspensión.

El Obispo, Ángel Fernández, optó por dejar constancia de la efeméride y presidió una oración en la Santa Iglesia Catedral, en la que  quiso compartir una meditación con una multitud de cofrades y fieles cariacontecidos por la suspensión. Una vez terminada la oración, los cofrades de Nuestra Señora de Los Dolores hicieron una ‘levantá’ a su Virgen en el interior del templo, seguida de la ejecución de siete pasos, uno por cada uno de los siete dolores de la Virgen, entre los aplausos de los asistentes. 

 

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