Gestionar una crisis sanitaria mundial del calibre de la generada por el Covid-19 nunca antes vivida no ha sido tarea fácil. Desde el minuto cero del inicio de la pandemia la GAIde Albacete creó un Comité Operativo y otro Ejecutivo, conformado por miembros de la dirección y por un grupo asesor de expertos de diferentes especialidades (Enfermedades Infecciosas, Neumología, Medicina Interna, Geriatría, Urgencias, Medicina Preventiva, Servicios de Pacientes Críticos, Salud Laboral y Microbiología), que trabajó de manera incansable en jornadas maratonianas para adaptar los diferentes protocolos y guías clínicas de actuación a la realidad de cada momento.
Planes no obstante que sufrían cambios constantes en períodos muy cortos y que durante este año de pandemia fueron cuestionados y juzgados por otros actores secundarios que pedían actuaciones más arriesgadas para afrontar los momentos más complicados de esta crisis sanitaria.
Uno de los cuellos de botella que dificultaron en los primeros momentos la gestión de camas fue la capacidad diagnóstica, puesto que al inicio de la pandemia la petición estaba limitada a los epidemiólogos y realización de PCRse hacía en el Instituto de Salud Carlos III, de Madrid. Una vez se dotó al Servicio de Microbiología del aparataje necesario y del personal suficiente para ello, todo fue más rodado.
Recordar ahora esos momentos iniciales vividos por los miembros del Comité Operativo de dirección despierta muchos sentimientos de tristeza e impotencia sufridos y arranca las lágrimas de algunos de estos actores principales que estuvieron en la primera línea de esta batalla que no ha parado.
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