La realidad es tozuda

C.G.
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La trayectoria del Albacete de Menéndez presenta rasgos similares a los de su antecesor y se antoja claramente insuficiente para conseguir la permanencia en la categoría

Menéndez (dcha.), al término del partido frente al Espanyol. - Foto: José Miguel Esparcia.

El Albacete Balompié camina con paso firme hacia la Primera RFEF , la Segunda División B o comoquiera que dé en llamarse la tercera categoría del fútbol español.  Esta lenta decadencia del equipo blanco, prolongación de la temporada pasada, se ha visto jalonada por la dirección de cuatro entrenadores en dos campañas, tres de ellos solo en la 2020-2021.

El cambio de técnico, un elemento muy socorrido en la dirigencia, apenas ofrece palpables en la mayoría de los casos. La planificación deportiva, la elaboración de la plantilla y los cambios permanentes de modelo acaban echando abajo el edificio por mucha mano de pintura con que se pretendan camuflar las carencias.

Dejando un lado las consideraciones acerca de la presunta mejoría o empeoramiento del enfermo, llegados a la trigésimo tercera jornada del campeonato, la trayectoria ya es suficiente como para evaluar, aun de manera somera, dónde residen los males del Albacete o, dicho con mayor propiedad, dónde no lo hacen.

Camino de consumir el tercer cuarto del torneo, resulta indisimulable que lo ofrecido por el equipo blanco anda lejos de resultar convincente para mantenerse en Segunda División. Competir, de lo que hablan y no paran el técnico y los jugadores, lo hacen todos los equipos, con la diferencia de la calidad con la que llegar a buen puerto.

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