El Banco de Alimentos cerró el pasado año con 167.000 kilos de alimentos recogidos menos sobre el 2017, lo que representa un 15% de bajada una vez se recibieron menos fruta fresca, menos alimentos vías las colectas y menos productos procedentes de la Unión Europea, según informa el presidente de esta Fundación en Albacete, José Antonio García.
No obstante, esta organización benéfica sin ánimo de lucro, repartió a lo largo del pasado año 919.343 kilos de alimentos, de los que 339.412 llegaron procedentes de la Unión Europea, y los 579.931 kilos restantes del resto de fuentes de las que se suministran como empresas, los otros Bancos que hay en España, unos 56, así como de cooperativas de fruta, de distribuidoras, de donaciones particulares o colectivas, de colectas o de otras recogidas en supermercados. Hay recogidas puntuales, como las que se han hecho recientemente en coincidencia con la primavera, pero luego está la ‘Gran recogida’ de finales de noviembre en todos los supermercados los mismos días y a nivel nacional, y las llamadas «mermas» a realizarse diariamente en la capital vía concierto con diferentes establecimientos para determinados productos y con su entrega igualmente diaria a asociaciones y beneficiarios. En términos generales, las asociaciones que fueron objeto de reparto por este Banco el pasado 2018 fueron 122 frente a las 137 que llegaron a tener hace unos años, y los beneficiarios a los que llegaron al pasado 31 de diciembre fueron 9.870 personas, frente a los 13.600 que llegaron a atender en un año.
No obstante, como igualmente recuerda José Antonio García, «para ser beneficiario del Banco de Alimentos hay que cumplir una serie de requisitos previos» y que tienen que ver con la prestación social que se recibe, el informe que haya hecho el trabajador social o los bienes e inmuebles que tenga a su nombre, mientras que económicamente hablando la barrera de poder llenar o no la despensa con productos del Banco de Alimentos la pone el Salario Mínimo Interprofesional. Como es conocido, el Banco atiende tanto la capital como al resto de la provincia, funciona gracias al trabajo de numerosos voluntarios y su objetivo es no sólo recuperar alimentos excedentes en perfecta condiciones de consumo sino también redistribuirlos gratuitamente a través de ayuda social o de asociaciones caritativas que ayudan a las personas necesitadas, evitando de esta manera el desperdicio o mal uso de los alimentos.
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