Diego Alfaro Gil presenta 'Tobarra. Recuerdos del Ayer IV'

G. G.
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Jesús García explica en el prólogo que en el libro se cuentan pequeñas historias de la gente «con el único afán de que no sean olvidados»

Diego Alfaro Gil presenta 'Tobarra. Recuerdos del Ayer IV'

El investigador tobarreño Diego Alfaro Gil, acaba de publicar el cuarto libro de Tobarra. Recuerdos del ayer, con cincuenta nuevas historias sobre la localidad, y todo ello pese a que al finalizar la edición de los anteriores «siempre he dicho que no iba a publicar ninguno más porque acababa agotado, pero ahora estoy convencido de que continuaré mientras haya historias que contar» . Este medio centenar de nuevas historias (alcanza las 250 ya que el primer libro contenían 100) no abordan, según el autor del prólogo, Jesús García Martínez, «temas históricos de gran calado ni desempolva vivencias o biografías de tobarreños famosos. Eso lo deja para otros, mientras él se dedica a poner en letra de molde las pequeñas historias, con minúscula, de la gente llana de su pueblo, con el único afán de que no sean olvidados». Explica García Martínez que «las fuentes de las que Diego bebe, siempre son las mismas: el boca a boca y el contacto personal, cogiendo al más viejo de la calle, que recuerda, por ejemplo, dónde vivió Comelumbres o si el Pechofiel fue el encargado del hilo de La Nogueruela. (...) Ahí tienen un libro igualmente sencillo en sus temas y en sus gentes». El autor, que ha vendido unos 750 ejemplares de las ediciones anteriores, sigue siendo prudente y se auto edita 180 libros, perfectamente maquetados e impresos en la propia localidad «igual después tendré que hacer como en las ediciones anteriores, que he tenido que ampliar ante el interés de los tobareños». Sonríe Diego Alfaro cuando se le recuerda que tras sus primeras 150 historias (las cien del primer libro y las 50 del segundo), estaba convencido «de haber agotado los temas», pero siguió hablando con la gente de la localidad, especialmente con los mayores, que le recordaban viejas historias que ha ido plasmando en el tercer y cuarto libro. Y es que «cuando hablo con gente del pueblo y tiro de los recuerdos, estos se encadenan y parecen no tener fin». Además, va contando pequeñas historias de las distintas calles y rincones locales, para los que dibuja unos croquis a los que no les falta detalle, para dar cuenta de quiénes viven o han vivido en ellos. El investigador explica que su familia «ya lo lleva bien, aunque le quito muchas horas al hogar y al ocio, porque si me entero de alguna historia voy a buscar a los protagonistas o las personas que podrían contarme algo sobre el tema. La verdad es que la mayoría de la gente con la que contacto suele colaborar muy gustosamente, contándome cosas o dejándome fotografías, algunas de ellas familiares, para ilustrar esas historias; sólo una mínima parte de las personas con las que he quedado no han querido colaborar conmigo, pero considero que es normal. Ahora descansaré y ya veremos si posteriormente continúo consultando con la biblioteca, o sea esa plaza, banco o calle en la que se reúnen grupos de personas mayores». 

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