Víllora triunfa con su versión de dos clásicas zarzuelas

Emilio Martínez
-

El polifacético intelectual rodense, también muy flamenco, desearía que se viesen en el Teatro Circo

El polifacético creador rodense, Pedro Víllora Gallardo. - Foto: Carlos Paverito

Su demostrada sencillez y humildad dan más valor a sus palabras. Porque el polifacético Pedro Víllora Gallardo, destacado en tantos campos de la cultura y que no presume de nada, salvo de su tierra rodense, tiene un calificativo como el de memorable para el triunfal reciente estreno de sus versiones de dos legendarias zarzuelas, Agua, azucarillos y aguardiente y La Revoltosa.  Cuyas representaciones en el ovetense Teatro Campoamor –que quizás pronto puedan disfrutarse también en Madrid- han constituido un gran éxito de público y crítica. «El estreno de ambas en el Teatro Campoamor ha sido memorable para mí. Es regocijante ver cómo, en esta época de pandemia, hay instituciones que hacen grandes esfuerzos para que las actividades culturales puedan desarrollarse de la mejor manera posible».

Tras su lógico agradecimiento a los directores de escena y musical, Curro Carreras y Miguel Ortega, respectivamente, y a todos los cantantes y actores, no oculta un deseo muy vinculado a Albacete: «Ojalá hubiese ocasión para que el Teatro Circo acogiese estos espectáculos. Sé que es costoso, pero cuando el teatro musical español se representa con esta factura se aprecia mejor su enorme calidad». Con lo que deja clara su pasión por el género lírico y recuerda que estos dos clásicos se estrenaron el mismo año de 1897 y que son piezas breves, «que es lo que significa género chico, corto, no menor», puntualiza.

Para ampliar sobre su trabajo, que en el caso de Agua, azucarillos y aguardiente ha sido  hecho de ajuste: «He eliminado algunas escenas secundarias que no se podían mantener porque tanto el coro como el conjunto de bailarines ha tenido que reducirse por la Covid; potenciando a cambio algún personaje menor y  aclarado el lenguaje».

Mientras en el caso de Revoltosa'69 –como retituló la zarzuela, reescribió  completamente el libreto original junto al director. «Hemos planteado una lectura más moderna de los personajes femeninos y las situaciones, haciendo que la acción fluya desde una modernidad que empezaba a cuestionar la sumisión al varón. Las mujeres son aquí mucho más concienciadas y se aprovecha para pasar revista a los cambios sociales y políticos, lo que  siempre ha sido tradición del género aunque haya gente que no lo sepa porque no reconozca la cantidad de referencias y críticas a la contemporaneidad que había en los libretos originales y en cómo se iban ajustando a las noticias de cada día». Y resume que en definitiva es una visión feminista que permite ver cómo ha cambiado la situación de la mujer en ese tiempo.

Ese sentimiento compulsivo por la zarzuela se extiende también al resto del teatro musical tradicional en forma de ópera, opereta, singspiel, comedia musical, vaudeville, burlesque, tonadilla escénica  y revista. Y recuerda que  la zarzuela fue un fenómeno de masas durante el siglo XIX y buena parte del XX, y también gozó del favor de los intelectuales. Si Benito Pérez Galdós escribe sobre el teatro de los bufos, el propio Nietzsche elogia el trío de Ratas de La Gran Vía.

 

Más información en la edición impresa y en la APP de La Tribuna de Albacete https://latribunadealbacete.promecal.es