La victoria en Ponferrada ha proporcionado al Albacete Balompié una bocanada de oxígeno que le mantiene todavía con vida en la categoría y le permite hacer números, de cuadratura improbable, para lograr la permanencia a última hora.

En las últimas jornadas, el equipo de Fran Noguerol atravesará un angosto camino montañoso en el que no solamente deberá sortear los cuatro obstáculos que le quedan por delante (Almería, Lugo, UDLas Palmas y Fuenlabrada), sino también esquivar las piedras que se desprendan de sus cumbres en forma de victoria de sus más directos rivales que puedan hacer estériles todos los esfuerzos.

Aunque las sensaciones ofrecidas en El Toralín siguieron sin ser buenas, sí lo fue la confesión previa del técnico apuntando a la inutilidad de la reflexión en tal trance. El Albacete, sin margen de error alguno, no puede dejar de dar a los pedales para no desplomarse definitivamente.

Si bien la desconfianza en completar un pleno de triunfos está plenamente justificada, la esperanza de que, en tal caso, obtendría la permanencia no resulta una quimera. Los equipos que marcan la permanencia deberían conseguir más de la mitad de los puntos en juego, algo que tampoco resulta verosímil atendiendo a la irregularidad que presentan.

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