Las lecciones de baobab

Maite Martínez
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El club de lectura de literatura africana cierra su cuarta temporada de descubrimiento del continente a través de su narrativa

En el centro, la coordinadora del club Baobab, Alejandra Guarinos, rodeada de los integrantes del club. - Foto: A. Guarinos

El baobab, símbolo de la sabiduría, uno de los árboles de las palabras, esos ejemplares bajo cuyas ramas se reúnen en África a conversar, fue elegido para nombrar al club de lectura de narrativa africana que la traductora Alejandra Guarinos impulsó en la Biblioteca Pública del Estado y que acaba de cerrar su cuarta temporada con una gran aceptación por parte de los lectores.

Sus 25 plazas, que cada nuevo mes de septiembre se ofertan, se cubren sobradamente. Hay un sorteo entre los interesados. «Creí que igual que la literatura africana me había enganchado a mi, habría otra gente a la que le gustaría y así ha sido», dice esta traductora literaria, orgullosa de haber contagiado su afición. «Aquí África y sus escritores ya tienen su sitio, el lugar que se merecen en la literatura con mayúsculas», escribe satisfecha.

Pero en Baobab no solo se lee, en Baobab se descubre África, un continente demasiado desconocido pese a su cercanía, apenas dista 14 kilómetros de España. «Tenemos unos clichés tremendos, no somos conscientes hasta que no leemos lo que los escritores africanos y afrodescendientes nos cuentan, es entonces cuando conocemos su historia, sus tradiciones, su forma de entender la vida», dice Guarinos, que ve en los libros africanos una oportunidad única para conocer el continente.

Porque como bien reza un blog, África no es un país. «Vemos el continente como un batiburrillo de negros, todos iguales, cuando en África hay unos contrastes tremendos», dice molesta Guarinos, para quien asimilar un sudafricano y un etíope, es igual que si equiparásemos a un español con un finlandés por el mero hecho de que viven en el continente europeo.

En este ánimo de descubrir África a través de sus narrativas, la selección de lecturas lleva a los integrantes del club a ir de un país a otro, ocasión que es aprovechada por la coordinadora para empezar situando el país en el mapa del continente y después hablar sobre su historia, sus recursos, personajes más importantes y actualidad política. Solo entonces comienzan a leer, en ocasiones contando con el lujo de compartir estas historias con algún africano procedente del país sobre el que están leyendo.

En esta temporada, los lectores de Baobab han recorrido África casi de punta a punta. Empezaron en Nigeria, con la escritora más mediática de las letras negras, Chimamanda Ngozi Adichie y sus once relatos sobre mujeres nigerianas publicados bajo el título Algo alrededor de tu cuello; recalaron en Angola con la novela Teoría general del olvido, situada en los días previos a la independencia del país, y después viajaron al norte de África con la obra Lo que el día debe a la noche, situada en la Argelia colonizada por los franceses, del escritor más famoso del país, Yasmina Khadra. En su viaje por el continente, fueron al sur de la mano del mozambiqueño Mia Couto, uno de los escritores que se intuye puede acabar con el Nobel de Literatura. En esta ocasión leyeron Tierra sonámbula, donde Couto presenta la devastación sufrida por Mozambique tras los años de guerra. La siguiente parada la hicieron en Etiopía, con Hijos del ancho mundo, cuyo autor Abraham Verghese, nacido en Addis Abeba, trasladó a los lectores a un hospital de la capital etíope para contar las vivencias de sus médicos en un momento crucial del país, el fin de la era imperial y la llegada al poder de un régimen militar comunista que sembró el terror durante años.

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