Dolores Cabezudo y Fernando Serrano, nuevos gastroacadémicos

M. Sierra
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Almagro acogió este acto que reconoció la labor «titánica» de Cabezudo por embarcar a la UCLM en el camino de la investigación agroalimentaria y a Serrano como heredero de una historia gastronómica

María Dolores Cabezudo posa con el presidente de la Academia, José María San Román, Miguel Ángel Collado y Luis Arroyo. - Foto: Pablo Lorente

Almagro, la capital de las comedias y tierra de uno de los productos agroalimentarios más singulares de la geografía manchega, la berenjena, como matizó el presidente de la Academia de Gastronomía de Castilla-La Mancha, José María San Román del Águila, se convirtió ayer, y por un día, en la casa de la Academia de Gastronomía de Castilla-La Mancha que desde ayer cuenta con dos nuevos académicos. Por un lado, el especialista internacional de derechos humanos, Fernando Serrano Migallón,  mexicano de nacimiento pero infanteño de corazón. Y por otro, la que fuera catedrática de tecnología de los alimentos en la Universidad de Castilla-La Mancha, María Dolores Cabezudo.

Ambos laureados fueron recibidos por una laudatio a la que siguió su nombramiento que tuvo lugar en el palacio de Valdeparaíso, en las jornadas que cada año organiza la Universidad de Castilla-La Mancha, y no en el Corral de Comedias como estaba previsto, debido a que este escenario acogió ayer la entrega de Premios Reina Letizia.

El rector emérito Luis Arroyo fue el encargado de destacar las razones por las que Cabezudo cuenta con los méritos adecuados para este reconocimiento «y van tres en lo que va de año». Ingresaba ayer con honor en la Academia de Gastronomía de la región, entre otras cosas, por su contribución al desarrollo científico y tecnológico del sector agroalimentario español y muy especialmente de la enología en Castilla-La Mancha.  Por «zambullirse» en el proyecto que le presentó una joven universidad en la que creyó y por «crear las infraestructuras adecuadas para poner en marcha la división de tecnología de los alimentos, desde cero», dijo Arroyo, que calificó aquella tarea  de «titánica».

Tirando de verbo, algo que siempre ha dominado el que fuera rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, y tras reconocer la labor de esta mujer para hacer del vino de esta tierra un vino de calidad, aprovechó el marco que le ofrecía la 42 edición del Festival de Teatro Clásico de Almagro para comparar a Cabezudo con sor Juana Inés, principal protagonista de la muestra, «ni callada, ni obediente» pero tratando estos adjetivos como un halago.  

Cabezudo agradeció los elogios, no sin poner sobre la mesa alguna que otra demanda, eso sí, tras recordar un momento clave de su historia en la revolución del vino de la Mancha. «Hace 12 años,  en la asociación nacional de enólogos se le ocurrió un slogan para promocionar en general el vino de esta tierra ‘Mejor con vino’», que ayer amplió afirmando que ese «mejor» se refiere a cualquier producto gastronómico de Castilla-la Mancha. Para después invitar  al rector de la UCLM, Miguel Ángel Collado, a «sacar brillo» a la magnífica bodega de la Universidad, e invitar a la ministra «Nadia María Calviño,  de Economía y Empresa, «para que vea como esta universidad saca partido a las ayudas que recibe».

Joaquín Núñez Coronel, por su parte, puso voz al por qué este galardón a Fernando Serrano Migallón quien recibía la medalla de académico como editor del libro Recetas manchegas de Doña María Ana Migallón, un homenaje a su madre, natural de Villanueva de los Infante.

El discurso de Núñez Coronel se centró en la historia familiar de Serrano Migallón, en cómo sus padres llegaron a México tras pasar por otros dos destierros políticos, uno a Cataluña y otro a Francia. Para fijar más tarde su atención en ella, Ana María Migallón, una infanteña, dijo, «que nunca olvidó sus raíces» y de la que nació «uno de los mejores recetarios de comida manchega que se ha hecho en México»  y que en opinión de Coronel, ayudó a «enriquecer la cocina de la zona».

Un centenar y pico de recetas que cualquier manchego puede reconocer  entre las que se encuentran las eternas rosquillas, los galianos y hasta los duelos y quebrantos. «La Mancha se convirtió así en un libro de recetas en manos de Ana María».