Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


El problema está en la fórmula

10/01/2022

Las autoridades europeas están convencidas de que la fórmula que utilizan para fijar el precio de la electricidad es la más eficiente y justa. Los actuales precios astronómicos de la electricidad obedecería a anomalías externas de difícil repetición.
¡Niego la mayor! La fórmula representa una aplicación equivocada de la teoría marginalista de Alfred Marshall (1910) quien a su vez malinterpretó a David Ricardo (1814). Lo que Ricardo dijo es que los precios agrícolas tendrán un comportamiento diferente de los industriales si el aumento de la demanda de trigo obliga a utilizar tierras de peor calidad. El precio de mercado se ajustaría a ese coste marginal creciente, generando beneficios extraordinarios para los propietarios de las tierras más productivas. 
La fórmula actual del kw/hora sería válida, si toda la electricidad proviniese de una sola fuente y técnica, digamos, la hidráulica. Al aumentar la demanda de kilowatios habría de recurrirse a saltos de peor calidad y mayor coste unitario. Pero este no es el caso. Con el aumento de la demanda pasamos de las fuentes más baratas (renovables y nuclear), a las más caras (centrales de gas y ciclos combinados). Las cuatro empresas eléctricas obtienen beneficios normales en estas últimas plantas y beneficios extraordinarios en las primeras.  ¡Un negocio redondo bendecido por la ciencia económica!
Otros serían los medios y resultados si de verdad creyésemos en el mercado y le dejáramos funcionar. Los consumidores de electricidad, contratarían para todo el año al precio más bajo posible. Sus incentivos para introducir mejoras tecnológicas serían fuertes. Aumentaría la capacidad instalada de renovables y nucleares (con el obligado cumplimiento de la normativa medioambiental, por supuesto). Desaparecerían, en cambio, las centrales de gas a no ser que fueran capaces de reducir a la mitad sus costes y emisiones.