El juicio por el crimen de Jairo Arcos comienza el lunes

M.D.M.
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El Ministerio Público solicita una pena de 15 años de prisión para el policía local acusado de homicidio y tres años de cárcel para el segundo procesado al que se acusa de encubrimiento

Imagen de Jairo Roland Arcos. - Foto: M.D.M.

El juicio por la muerte de Jairo Roland Arcos, desaparecido el 15 de septiembre de 2017 y cuyo cadáver fue encontrado días después flotando en el río Júcar, comenzará el lunes y se prolongará hasta el 18 de junio. Será con jurado popular y en el mismo el Ministerio Fiscal pide para el policía local acusado del homicidio, J.M.P., 15 años de cárcel.

Además, para el familiar que le habría ayudado a deshacerse del cuerpo de la víctima, J.P.R., el fiscal pide tres años de cárcel por un delito de encubrimiento, según consta en el escrito de acusación.

Los abogados de la acusación particular piden para el procesado por el delito de homicidio 25 años de cárcel, como ya lo señalaron a este diario hace unos meses.

En el escrito de acusación se indica que el acusado del delito de homicidio, que era policía local, «consumía cocaína, pero este consumo no le afectaba de ningún modo a sus facultades mentales de pensar y decidir sus acciones». Indica que conocía a la víctima porque en ocasiones le vendía cocaína.

El escrito detalla que, el 15 de septiembre de 2017, ambos concertaron una cita para reunirse en la que el procesado debía pagar una deuda a la víctima. Indica que quedaron en un punto del barrio de El Pilar y la víctima se subió al coche del procesado, recorriendo varias calles hasta llegar al trastero de la vivienda del acusado, mientras tenían una discusión por la deuda pendiente y cómo la abonaría.

El fiscal indica que recorrieron el pasillo de los trasteros y llegaron a la puerta del cuarto. El acusado abrió y le ofreció a la víctima la entrega de algunos objetos como dación en pago de la deuda, pero Jairo solo quería el dinero. Ambos discutieron también por esta cuestión.

Fue entonces, según el escrito, cuando la víctima se dio la vuelta y cuando ya se alejaba del trastero y caminaba por el pasillo para salir de la zona de los trasteros, el acusado «cogió un objeto de hierro, puntiagudo, de los empleados para atizar el fuego» y «bien sabiendo que, con lo que iba a hacer inmediatamente, mataría a Jairo y queriendo efectivamente matarlo, o bien, sabiendo que, con lo que iba hacer inmediatamente, podría perfectamente matarle aceptando (sin echarse atrás y sin dudar) esa muerte como posible y probable, le lanzó con el atizador, le atizó, un golpe a la cabeza».

Este golpe, que impactó de lleno en la cabeza de la víctima, lo derribó y lo noqueó, pues éste cayó al suelo y allí, en la puerta misma del trastero  quedó muerto. Después, el acusado envolvió el cadáver y lo dejó en el trastero.

PIDIÓ AYUDA. El escrito relata que los días y las horas pasaban. El cadáver de Jairo seguía oculto en el trastero del acusado «y el hedor se hacía más y más insoportable».

Precisa que «los vecinos detectaron el hediondo olor y se quejaron» por lo que «el acusado pensó que tenía que deshacerse del cuerpo rápidamente, para acallar las protestas de sus vecinos y, también para destruir las pruebas que lo incriminasen». Entonces decidió contárselo a su primo, el otro acusado, a quien le dijo que había matado a Jairo y que había pensado en tirar su cadáver al río Júcar. Que lo haría desde un puente poco transitado que él conocía. Y que como no podía hacerlo él solo necesitaba la ayuda de alguien.

Su primo aceptó ayudarle y así lo hicieron el 19 de septiembre. Un día después, el cadáver de Jairo apareció flotando en el río Júcar.

 

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