No fue una tarea fácil, pero los Reyes Magos hicieron realidad el sueño de los niños, y también de los mayores, que ayer por la mañana al despertar encontraron en los salones de sus casas los regalos, en la mayoría de los casos, solicitados con toda la ilusión del mundo.

En estas fiestas navideñas tan atípicas, marcadas por la pandemia del coronavirus y por las restricciones sanitarias, Sus Majestades de Oriente hicieron todo lo posible por ponerle la mejor guinda a la Navidad y, conocedores de la situación actual que se vive, adelantaron su programación habitual y, superadas las pertinentes pruebas sanitarias, comenzaron a dejarse ver por las localidades desde la mañana del día 5, porque el trabajo del reparto de regalos era más complicado.

Al Niño Jesús, como es costumbre y se pudo ver en muchos templos de la provincia albacetense, le entregaron los habituales presentes de oro, incienso y mirra, mientras que el abanico de regalos para el resto fue muy amplio, siempre intentando cumplir con lo solicitado en las cartas que los pajes les entregaron.

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