Hemeroteca: El infierno se llamó Annual

José Iván Suárez
-

Hasta 146 soldados de Albacete desaparecieron en tierras africanas

Soldados españoles en África. - Foto: Foto Alfonso

Tal día como hoy pero hace cien años, el general Silvestre había previsto entrar victorioso en Alhucemas. No imaginó fecha más señalada para concluir la marcha triunfal que comenzó en Melilla y con la que había atravesado las duras tierras del RIF, en el norte de Marruecos. Durante las semanas anteriores había avanzado posiciones con rapidez y temeridad. Pretendía culminar su gesta en la fiesta nacional de Santiago Apóstol, el 25 de julio, y reencontrarse con su amigo Alfonso XIII, el mismo que por carta le había dicho: «Tú haz lo que yo te diga; no hagas caso al ministro de la guerra, que es un imbécil».

Hizo caso al rey y lo que llegó no fue el éxito militar, sino el desastre más horrendo. Silvestre no tuvo en cuenta que las cabilas indígenas, hostigadas por el hambre y liderados por Abd el-Krim, habían decidido no dejarse conquistar. A mediados de julio de 1921, comenzó una catástrofe que convirtió en anécdota la matanza en el Barranco del Lobo, en 1909. En aquel caluroso verano de hace un siglo, los españoles fueron sorprendidos en Abarrán y luego en Sidi Dris e Igueriben. Esos fueron los primeros escenarios de la masacre. Los que consiguieron escapar de los tiros rifeños, alcanzaron Annual y fue allí donde el infierno tomó su nombre. El pánico se apoderó del ejército. La imprevisión y la falta de liderazgo transformaron una operación de retirada en una carrera caótica y desordenada. La situación era de sálvese el que pueda y mientras cada cual se escapaba como podía, desde las alturas, los tiradores africanos hacían fuego sin contemplación en la ratonera que formaban esas montañas abrasadas por el miedo y la calima. Y en ese paraje de terror desapareció también el general Silvestre.  

En las jornadas siguientes, el averno se bautizó con el nombre de otro lugar nefasto, Monte Arruit. Durante las semanas que duró el desastre, las harcas hicieron desaparecer a cerca de 10.000 españoles, 146 de ellos eran de Albacete. El autor Enrique Cerro Aguilar escribió el Camino de Annual, un libro único, referencia absoluta sobre la participación albacetense en este hecho histórico. Su trabajo, y el más reciente de Esther Domingo Fernández, Morir en África, sobre vecinos de La Roda, han permitido dar nombre a los que no los tenían, como dice el novelista Lorenzo Silva. La mayoría de los que fueron asesinados eran jóvenes y sin recursos económicos. Quien tenía 2.000 pesetas podía librarse de acabar en una contienda que les pillaba muy lejos. 

A la guerra siempre van las pobres. A mediados del siglo XIX, España estaba perdiendo sus territorios americanos y se embarcó en una guerra contra el imperio en decadencia de Marruecos. En 1859, publicaba el Boletín Oficial de la Provincia de Albacete los motivos de la lucha: «la santa causa de la civilización, del cristianismo y del honor nacional». Y añadía con fervor patriótico: «Creemos nosotros que la provincia de Albacete no cede a ninguna otra de España en patriotismo y abnegación». Un albaceteño ilustre de aquel frenético siglo, el Marqués de Molins, dejó un puñado de versos hervidos en el nacionalismo del momento. En su Romancero de la Guerra de África, cantaba: «Tenga, y pronto, su castigo / El arrogante africano. / ¡Viva Isabel! ¡Guerra al moro! / ¡Santiago, España, Santiago! / Por los eléctricos hilos / En presto invisible lampo, / Corre do quier la centella / Del fuego guerrero y santo / Los que del Táder y del Júcar / Sangran el caudal escaso; / Los que dejan en sus cauces / Al Duero y Guadiana intactos».

 

Más información en la edición impresa y en la APP de La Tribuna de Albacete (https://latribunadealbacete.promecal.es)