La presidencia de la Fundación es un nuevo reto para este joven empresario, que llegó hace relativamente poco al mundo de la agricultura, tras recorrer varias ciudades españolas como jugador de baloncesto de diferentes categorías nacionales, compaginando el deporte con otras facetas profesionales en los sectores del comercio o el transporte. 

¿Cómo fue ese giro profesional que le llevó al cultivo del azafrán?

Junto a mis hermanos, formé una empresa que lleva tres años de vida. Cultivamos un terreno de la familia, que estaba en blanco, para tener una ayuda económica. Ahora llevo dos años dedicado plenamente a ello porque, además de producir, comercializamos y creamos una marca propia, lo que requiere más tiempo y atención. Ahora compaginaré esa labor privada con la Fundación.

¿Qué procedimiento se siguió para su elección?

Fui elegido como envasador dentro de un patronato de ocho personas, cuatro productores y cuatro envasadores. Una vez constituido, los candidatos expusimos nuestros objetivos y los compañeros me eligieron a mí. 

¿Cómo afronta esta nueva responsabilidad?

Ilusionado, porque creo que se pueden hacer muchas cosas en favor de este producto tan nuestro. 

Tenemos varios objetivos marcados y desde la semana que viene empezaremos a trabajar a tope, para llegar a la cosecha teniéndolos al menos comunicados.   

¿Cuáles son esos objetivos?

Ante todo, creo que debemos mirarnos al ombligo y ver de qué manera podemos seguir despuntando en el mercado a nivel global.

El azafrán español está catalogado históricamente como el mejor del mundo por diversos factores.  Por ello, vamos a intentar que se cumplen a rajatabla e incluso se sigan mejorando los estándares de calidad del pliego de condiciones, que es el que marca la pauta de calidad que ha de tener un azafrán con Denominación de Origen La Mancha.

Para ello, tendremos reuniones con los productores de las cuatro provincias y las 22 empresas envasadoras. Con ello, queremos llegar a todos los integrantes de este sector pequeño, pero muy atomizado, y que todos entiendan la importancia de ese pliego para seguir siendo el referente de calidad a nivel mundial, de forma que podamos competir con otros azafranes de inferior calidad, pero que vienen de países con una mayor cantidad de producción.

Hay que buscar segmentos de mercado que primen la calidad por encima de la cantidad y esa es una cuestión fundamental para que nuestro gremio siga vivo.    

¿La lucha contra el fraude seguirá siendo un frente principal de trabajo?

Por supuesto. Nos hace mucho daño la mala praxis de algunos importadores, que traen azafrán iraní y omiten su origen en el etiquetado, dando a entender que está elaborado en España.

Pronto tendremos una reunión con el consejero de Agricultura para ponerle sobre la mesa nuestras preocupaciones como sector y nuestra demanda de que la normativa europea se cumpla de forma efectiva , ya que es muy clara y exige que se aclare el origen en caso de que pueda haber confusión.

También plantean innovaciones en promoción o comunicación, ¿en qué línea?

Vamos a incidir en charlas para dar a conocer el producto, sus técnicas de uso y las diferencias con otros azafranes. Es un trabajo que viene haciéndose desde hace un tiempo y que reforzaremos, incidiendo en las herramientas que tiene el consumidor para identificar un azafrán de La Mancha en la etiqueta. 

También se han abierto vías de colaboración con el mundo de la restauración, principalmente en la Comunidad Valenciana, para que la Fundación participe en eventos como el World Paella Day. Son herramientas  para dar visibilidad a nuestro producto y que esté presente en el sector gastronómico a nivel nacional e internacional. 

Valencia es un ejemplo, porque nos dimos cuenta de que el azafrán no se usaba en la cuna del arroz, un referente de la dieta mediterránea. Ahora ya hay restaurantes que están promoviendo el cambio para dejar de utilizar otros colorantes.

En cuanto a la próxima cosecha, ¿tienen ya algunas previsiones?

El azafrán es un cultivo complejo, en el que es difícil hacer predicciones antes de la floración. Aún así, con el calor intenso y las pocas lluvias, podemos anticipar que la producción será inferior a la del año pasado, que fue muy bueno. De hecho, superamos los 900 kilos, cuando la media estaba entre 600 y 700.