El Teatro Circo de Albacete vistió sus mejores galas para pregonar la Feria Taurina. Como es habitual, la afición respondió a esta cita.

Este año, un torero de plata, Mariano de la Viña, que ocupa un lugar privilegiado, con su  participado en unas 2.400 corridas de toros y unos 3.000 festejos, se encargó de transmitir las bondades y esencia de la Fiesta Nacional, a través de su vinculación a ese mundo. 

 El acto, que contó con la presencia del alcalde de Albacete, Manuel Serrano; concejal de Asuntos Taurinos, Alberto Reina, así como otras autoridades y profesionales vinculados a la Fiesta, no podía comenzar de otra forma que con Pan y toros, el pasodoble de Barbieri que interpretó la Unión Musical Ciudad de Albacete, dirigida por Juan Villodre, que puso los apuntes musicales a la velada.

El conductor de la gala y presentador, Pedro Belmonte, colaborador de La Tribuna de Albacete, aprovechó la ocasión para hacer una encendida defensa de la Fiesta Nacional y destacar la Fundación Toro de Lidia.

Pedro Belmonte dio después paso a Mariano de la Viña, tras recordar su importante trayectoria, y apuntó que con este pregón, de alguna manera, comienza la Feria Taurina de Albacete.

Mariano de la Viña, tras saludar al alcalde, Manuel Serrano, y a las autoridades presentes en el Teatro Circo, desgranó su pregón, centrado en varios ejes. Así, recordó su afición a los toros y su vinculación familiar a ese  mundo, por supuesto cómo se hizo banderillero. Cronológicamente, rememoraba las grandes figuras con las que ha toreado, con su primo Rafael de la Viña, Gonzalo González, Manuel Caballero, y muchos más de la Escuela Taurina y confesaba que con todos ellos «he estado muy cómodo».

Una de las claves de su carrera es la estrecha relación con Enrique Ponce, que valoró, así como su trayectoria, de 29 temporadas.

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