Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Malas vibraciones

20/01/2022

La sensación que transmite el momento actual de la pandemia no es nada buena. La situación transcurrido ya más de medio mes de enero suena con malas vibraciones y cada vez confunde más un absurdo optimismo de lo que sería una lógica esperanza. La pandemia no solo no está controlada es que además se percibe la sensación de que, como los antiguos héroes griegos, hemos puesto nuestro futuro en manos del destino. Es indudable que estamos pagando el coste de unas caras Navidades, de las que no se dijo ni sí ni no a su celebración, pero en las que con la boca pequeña se incitaba a que las desarrolláramos con la mayor normalidad posible y allá cada uno con su responsabilidad. Y el problema es que cuando se da luz verde a la responsabilidad se está invitando también a la aparición de la irresponsabilidad y ésta, como no podía ser de otra manera, pues también ha aparecido y máxime cuando la población ha visto a sus político lavarse las manos en un gesto de dejación del ejercicio de sus responsabilidades comparables al del gobernador romano Poncio Pilatos.
Cuando todo comenzó nadie podía vaticinar lo que se nos venía encima y si alguien lo hacía poca era la atención que se le prestaba; sería a base de contar muertos, ver hospitales desbocados por la avalancha de ingresos o escuchar que las residencias de ancianos se estaban convirtiendo directamente en tanatorios, lo que nos abrió los ojos a la nueva y horrorosa realidad que nos había atrapado. Por eso ver la respuesta que desde nuestros representantes y responsables públicos están dando a las cifras que hoy arroja la pandemia ya no encuentra la justificación que entonces les concedimos.

ARCHIVADO EN: Pandemia, Navidad