"Hay que hacer un nuevo contrato social para los cuidados"

T.R
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Mari Ángeles Durán ofreció ayer una conferencia dentro de la jornada técnica sobre 'Valoración de los Cuidados de Larga Duración' celebrada en el salón de actos de la Facultad de Económicas del campus de Albacete

Mari Ángeles Durán, investigadora en el CSIC. - Foto: José Miguel Esparcia

En el marco de la jornada técnica de Valoración de los Cuidados de Larga Duración, organizada por la Asociación de Economía de la Salud (AES), previa a la celebración del 12 al 14 de junio de las Jornadas anuales de esta entidad, María Ángeles Durán, investigadora en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)habló de los retos de los cuidados. Este encuentro se centró en analizar los retos que habrá que afrontar en los próximos años para atender a una población con mayor esperanza de vida y que puede requerir cuidados en sus últimas etapas. 

¿Cuáles son esos retos en los cuidados que usted plantea?

Mi intención era demostrar que es un tema muy complejo que no tiene soluciones sencillas y hay que movilizar a sectores muy diferentes: el Estado, las familias, el empresariado, el voluntariado. Se trata de proyectos a medio y largo plazo, para los que no existe una solución inmediata, y que se deben preparar con mucho tiempo. También en mi charla he querido insistir en el autocuidado, como un elemento muy importante. Si bien la aportación en la actualidad a esos cuidados de las personas mayores por parte de los hogares es extraordinaria, pero los hogares están a tope y no pueden seguir prestando los servicios que prestaban hace unas décadas, porque ahora tenemos hogares pequeños con poca población de la edad intermedia para hacerse cargo de una población mayor muy creciente. Para estos retos futuros que plantean los cuidados hace falta innovar en todos los órdenes: a nivel legislativo, de las actitudes, de los valores morales, sobre la situación de las mujeres, estamos ante un desafío histórico.

¿La aplicación de la Ley de Dependencia está cubriendo parte de esos cuidados?

Es imprescindible porque hay gente que no tiene familia o cuenta con pocos recursos, pero su aplicación llega a un porcentaje pequeño todavía de población. En base a la Encuesta de Dependencia Edad 2008 ya señalaba que sólo un dos por ciento de los dependientes se beneficiaba de que su cuidador principal lo financiaba el Estado. Evidentemente ha crecido ese porcentaje en los últimos años, pero los cuidados que se sufragan a través de la aplicación de esta Ley representan todavía un porcentaje pequeño. Siguen siendo los hogares, y dentro de ellos, principalmente las mujeres, quienes  asumen casi toda la carga, y esa situación no se puede mantener de cara al futuro, porque vivimos en un nuevo tipo de hogar y de mujer y eso resulta incompatible. 

¿Es posible cambiar ese rol y que los varones también soporten la carga de los cuidados de sus mayores en un futuro?

Es posible ese cambio, pero va a costar un esfuerzo, porque hay una inercia histórica muy fuerte. Hay familias en las que si los hombres están en el mercado de trabajo y las mujeres no, serán las mujeres las que tendrán que hacerse cargo de esos cuidados, si es que la subsistencia de la familia depende del salario del varón. Pero cada vez hay más mujeres que también están en el mercado de trabajo y que dejarlo durante una temporada supone que en muchos casos no podrán volver o quizás no tendrán una promoción. Así que hay que hacer un nuevo contrato social que redistribuya las relaciones de género en relación con el cuidado y también las de edad, los jóvenes tienen que incorporarse más y colaborar en los cuidados.

¿Es asumible hoy en día que los cuidados de los mayores en más del 80% de los casos estén en manos de mujeres?

Sí, eso todavía es soportable por la sociedad española porque son mujeres de una edad media y avanzada que no han estado en el mercado de trabajo  y no han tenido que abandonarlo para ocuparse de estos cuidados y responden a una ideología más tradicional. Pero las nuevas generaciones de mujeres ya tienen unos modelos de vida que no son compatibles con los cuidados de sus mayores. 

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