Cuando la movilidad lo tapa todo

Leticia Ortiz (SPC)
-

David de Miranda corta dos orejas y López Simón y Román se llevan una cada uno de Málaga ante una corrida de La Palmosilla manejable, pero con escasa emoción

Cuando la movilidad lo tapa todo

Llegaba La Palmosilla a La Malagueta como una de las grandes sorpresas de Pamplona. Discutida su presencia en el coso navarro resultó ser la triunfadora. La reválida en una plaza de primera como Málaga, en cambio, no la superó con alta nota. Irreprochable de presentación, salvo el abrochado sexto, la corrida fue muy a modo de esa tauromaquia moderna en la que no importa la emoción. Esa que valora más la movilidad que la casta, precisamente la virtud que derrochó este hierro en Pamplona. Al final, la movilidad es a los toros lo que la luz tenue a las discotecas, la que lo tapa todo. Todo vale mientras se mueva. Un engaño que hace 'vender' como buenas, corridas que mañana serán olvidadas, sino antes para aquellos que alarguen la jornada en el Real por sevillanas o lo que suene. De los ciegos, el cuarto, 'Fandango' se llamaba, fue el tuerto, pero quedó la sensación de que se dejó dentro mucho de lo bueno que tenía. Y eso no fue culpa suya.

Una oreja se llevó López Simón de Málaga. La cortó en su primero, un toro que, a la postre, marcaría la tónica general de lo que iba a ser la noble pero descastada y desrazada corrida de La Palmosilla. 'Presumido', de bonita estampa y armonioso trapío, iba y venía, sin molestar demasiado, permitiendo al matador armar una faena aseada. De consumo inmediato y fácil olvido. Subió algo la intensidad del trasteo por el pitón izquierdo, pero al conjunto le faltaba alma. O emoción, como lo quieran decir. Y la Fiesta sin emoción, se convierte en un espectáculo anodino, vulgar... Pese a todo, el populista cierre de faena y la estocada de efecto fulminante animó al público a pedir la oreja. Contrastó la algarabía al sacar el pañuelo con la tristeza de una vuelta al ruedo desangelada. 

Pudo llevarse otro trofeo en el esportón el de Barajas tras la lidia del cuarto que tuvo en su inicio el momento más vibrante, cuando López Simón, de rodillas en el tercio, bajó la mano y encajó riñones. Apenas fueron dos derechazos, pero sirvieron para conectar con el tendido. Tuvo el trasteo la ligazón, esa rima del verso torero, que decía Chenel, y el temple como virtudes, pero le faltó la verdad de la colocación, del paso adelante, de pasarse al animal por las femorales... Así, todo quedó en una sucesión de tandas aseadas y en el ambiente flotó la duda de qué hubiera ocurrido si al astado se le hubiera obligado con la profundidad y hondura que requería. Dos pinchazos y una estocada necesitó el de Barajas para pasaportar al animal y animado por una escasísima minoría decidió dar la vuelta al ruedo.

Cuando la movilidad lo tapa todoCuando la movilidad lo tapa todo

Pechó Román con el peor lote de la tarde, en su presentación como matador en La Malagueta. El valenciano derrochó ganas y disposición, a pesar de sus dos enemigos. El segundo de la tarde fue a menos casi desde el inicio de la faena de muleta, tras pasar inédito por los dos primeros tercios. Bajó la mano Román buscando la emoción y se encontró con la respuesta del astado... Pero solo en las dos primeras series. A partir de ahí, el único que puso de su parte para que la conjunción funcionase fue el matador, esforzado en sacar petróleo ante un parado animal. La espada, con la cornada de Madrid aún en la memoria, se llevó la opción del trofeo. Sí se llevó una oreja el valenciano en su segundo, que brindó a Saúl Jiménez Fortes. En su embestida en la muleta, el toro se podría identificar con el clásico literario del Doctor Jekyll y Mister Hiyde. En el cite y el embroque humillaba y parecía entregarse a la muleta del valenciano, pero a mitad del muletazo se desentendía de la batalla, protestaba y cabeceaba. Un prenda. Se la jugó a carta cabal Román, con la perenne sonrisa en la cara, y recibió premio al esfuerzo con los pañuelos asomando en los tendidos.

Numéricamente el triunfador del festejo, con una oreja en cada toro, fue el también debutante David de Miranda. Asustando al miedo, como suele, el onubense se dejó ver desde el quite por gaoneras al toro de Román. En el suyo se encontró con un astado de La Palmosilla manejable y con movilidad, pero que nunca se entregó a la pelea. A pesar de ello, De Miranda dejó buenos pasajes con la muleta en la izquierda, con naturales de trazo largo y mucho mando. Demasiado torero para tan poco toro. Algo similar ocurrió en el sexto, otro de noble comportamiento, pero ínsipidas arrancadas. Iba y venía sin alma, como si fuese una obligación casi funcionarial. El onubense porfió por ambos pitones, mejor el derecho que el complicado izquierdo, ajustando el embroque en busca de esa transmisión de la que carecía su oponente.

 

Cuando la movilidad lo tapa todoCuando la movilidad lo tapa todo

Plaza de toros de Málaga. Domingo 18 de agosto. Quinta de Feria. Un cuarto de plaza en tarde soleada y con calor.

Se lidiaron toros de La Palmosilla, muy bien presentados, nobles y manejables, la tónica general fue la falta de casta y raza. Destacó el cuarto.

López Simón (de canela y oro): estocada tendida y trasera (oreja); estocada trasera tras dos pinchazos (vuelta).

Román (de gris plomo y oro): estocada trasera tras dos pinchazos (saludos); estocada atravesada (saludos).

David de Miranda (de azul marino y oro); estocada caída (oreja); estocada trasera (oreja).