Relleno de nata, de crema, rocher, de trufa, al Pedro Ximénez, con cabello de ángel, con mazapán, sin fruta escarchada, con chocolate negro o blanco... Abrir la caja de un roscón de Reyes es, hoy por hoy, toda una sorpresa, más si cabe que las que guarda en su interior y de las que cuentan que, si se toca la típica haba, lo pagas al año siguiente.

La tradición del roscón de Reyes no solo no ha perdido fuelle en Albacete con el paso de los años, sino que la pandemia ha incrementado su consumo, debido fundamentalmente a la suspensión de las fiestas y cotillones que organizaba la hostelería para la noche del 5 de enero. Yolanda Andújar ha vivido las tres últimas vísperas de Reyes en las panaderías San Miguel, un negocio familiar con más de 50 años de experiencia que en enero de 2021 ya tuvo que aumentar el número de roscones a la venta y, aún así, «nos quedamos sin existencias».

En panaderías San Miguel se elaboran tres tamaños de roscones, aunque el más demandado es el mediano y relleno con nata:«Es sin duda la estrella de este dulce», explica Yolanda Andújar, que describe todo tipo de rellenos para el interior de los roscones, hasta cabello de ángel, el que menos triunfa entre sus clientes.

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