El acueducto Tajo-Segura, 'autopista' entre cuencas

Luis J. Gómez
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El canal, que también conecta con el Júcar, ha hecho que la boga nativa del Tajo haya pasado a cuencas del Mediterráneo donde había otra especie autóctona

El acueducto Tajo-Segura, ‘autopista’ entre cuencas

Aunque las especies invasoras entren en un punto concreto, no es difícil que se expandan y más aún si están relacionadas con el medio acuático. Bien lo sabe la responsable del proyecto Life Invasaqua en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, Anabel Perdices. «Los peces tienen vías de distribución bastante fáciles y los invertebrados, todo lo relacionado con el agua», apunta, «el río es como una autopista de transmisión».

De ahí que hay que estar en alerta si el hongo quitridio aparece en Peñalara, como así ha sucedido, pues es zona de arroyos que acaban en afluentes del Tajo. Ono hay que perder la vista de las extensiones de camalote o jacintos de agua en el Guadiana a su paso por Extremadura, pues pueden ir colonizando otras zonas del río. De hecho, incluso han aparecido en otra cuenca, pues el pasado verano se detectaron en el Tajo a la altura de Talavera.

Pero si los ríos son una autopista en sí, no ayuda nada que además haya cuencas interconectadas. En Castilla-La Mancha lo están casi todas por culpa del trasvase. No es el principal perjuicio medioambiental que se denuncia a la hora de cuestionar esta infraestructura, pero ya ha tenido consecuencias en el traspaso de especies de una zona a otra. 

A la altura de Carrascosa del Campo, en Cuenca, se puede derivar parte del agua del acueducto al embalse del río de Valdejudíos, donde empieza la Tubería Manchega. Se trata de una infraestructura que permite llevar agua del Tajo al Guadiana. Siguiendo el tramo del canal, el agua del Tajo acaba vertiéndose en el cauce del Júcar y se embalsa en el pantano de Alarcón. Después se vuelve a canalizar esa agua para llegar hasta el Segura. Es decir, que toda esta infraestructura hace que el agua del Tajo se mezcle con el Guadiana por un lado, mientras que por el otro se mezclan las aguas del Tajo, el Júcar y el Segura. Yel agua transporta seres vivos. 

«Sé que hay sistemas de filtrados, rejillas y esas cosas, pero hay cosas microscópicas que pueden pasar de un lado a otro», expone Anabel Perdices. Y eso es algo crucial para las cuencas españolas, pues explica que a diferencia de lo que ocurre con otros ríos  europeos, los ibéricos «tienen un origen antiguo e independiente». Eso hace que tengan fauna nativa y endémica, es decir, que solo habitan en esa cuenca hidrográfica o quizá en alguna cercana.

En el caso del trasvase ya se han documentado ‘mudanzas’ de especies de una cuenca a otra, como la boga del Tajo, una especie que ha pasado a las cuencas del Mediterráneo, donde había otra nativa. 

Así lo expuso ya hace 17 años la organización ecologista WWF/Adena en un informe sobre el impacto medioambiental del trasvase. Contrastaban la entrada del pez rojo,  del  gobio  y  de  la  boga  del  Tajo  en la cuenca del Júcar, y de la bermejuela en la cuenca del Guadiana.  En el caso concreto de la boga del Tajo, apuntaban que se estaban produciendo híbridos con la loina del Júcar, haciendo peligrar esta especie. La loina, por ejemplo, está en la lista de especies amenazadas en la última orden de vedas de pesca de la Junta. 

No es la única ayuda que hace el trasvase a las especies invasoras. El hecho de quitar hectómetros cúbicos limpios de la cabecera del Tajo para llevar al Segura, en lugar de para el cauce natural del río, se nota en la mala de calidad de las aguas en su tramo medio. Y ese tipo de hábitas contaminados y turbios son ideales para muchas invasoras. Perdices lamenta que en estas decisiones sobre el trasvase pesan mucho los motivos económicos, pero apunta al «valor incalculable» que tiene la biodiversidad y tener en el Tajo especies que solo habitan en esta cuenca.