Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Sin pulso

21/12/2021

Hace unos días me escapé de Madrid hacia nuestro Albacete para realizar una entrevista en el Teatro Circo, solicitada por la televisión local. Aparqué en el parquin del Sembrador. La salida peatonal me ubicó en el mismísimo Paseo de la Libertad, esa vieja y noble artería de la ciudad que guarda ejemplos de su otrora esplendor como el palacio de la Diputación o el viejo Hotel Regina. Aunque era ya media mañana y en un día laborable, el Paseo estaba desolado, como si hubiera caído una bomba. Escasa gente transitando por su arbolada rambla central. Sin coches debido a las obras de peatonalización de todo el centro de la ciudad. Mientras me encaminaba hacia el Teatro Circo, un arsenal de recuerdos se agolpó frente a mí. Volvieron a mi mente aquellos autobuses urbanos (los «piojos verdes» que les llamábamos), circulando por ambos carriles. Evoqué aquella riada de gente, procedentes en su mayoría de los pueblos, que no hace muchos años se encaminaba al Altozano atravesando este paseo, tras llegar a la capital en tren o desde la estación de autobuses. Incluso el silencio inaudito de esa mañana me trajo el eco de aquel sonido estridente que emitían los gorriones posados en los frondosos árboles que entonces lo poblaban. Al pasar por la cafetería Milán, recordé el tránsito que tenía para desayunar de magistrados y abogados procedentes del Palacio de Justicia. Miré con nostalgia la contigua casa de don José María Blanc, escenario de mis juegos infantiles con su nieto Javier. Antes de girar para la calle del Teatro Circo, se me apareció como un sueño aquel coche de caballos para taxi que tenía estacionado frente al Ayuntamiento el viejo cochero Potaje. Ya entrando por la también desértica calle de Isaac Peral, percibí el vacío que nos dejó el desaparecido y coqueto Hotel Albar. A la derecha, la vieja Casa de la Cultura, clausurada su puerta de entrada, imponía por lo que significó. La trasera del abandonado Banco de España daba más pena. Me apresuré a entrar en el Teatro Circo. Sentí alivio. Venía de pisar un Albacete triste. Sin pulso en la calle.