"He visto cómo un centro educativo te puede cambiar la vida"

Ana Martínez
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La albacetense Encarna Cuenca es la nueva presidenta del Consejo Escolar del Estado

"He visto cómo un centro educativo te puede cambiar la vida"

Su pasión es la educación. Cierto es que lo dice abiertamente, pero no haría falta porque se desprende de la emoción con la que habla de este pilar básico del Estado del Bienestar. Encarnación Cuenca Carrión nació un 5 de junio de 1958 en Abengibre (Albacete), donde de niña jugó a ser actriz. Con 10 años se trasladó a Valencia a estudiar y aunque en principio realizó las pruebas de acceso a la Universidad para cursar Farmacia, tras un verano dando clases descubrió su verdadera vocación y final -y afortunadamente- se matriculó en Magisterio y años después se graduó en Bellas Artes. Su trayectoria profesional ha sido de todo menos monótona, en la que además de ocupar significativos cargos en diferentes entidades y organismos públicos, ha impartido esa docencia que le corre por las venas. Esta semana, esta profesora albacetense ha tomado posesión como presidenta del Consejo Escolar del Estado (CEE) en presencia de la ministra de Educación, Isabel Celaà.

Nacida en Abengibre, ¿qué recuerda de su infancia?

Recuerdo una infancia muy alegre, de esas infancias de pueblo que juegas en la calle. En mi familia había mucha tradición de participar en representaciones teatrales y mis primas y yo jugábamos muchísimo a escribir obras de teatro que luego representábamos. Nos hacíamos unos vestidos fantásticos para la ocasión y disfrutábamos muchísimo. Ese recuerdo es una de esas cosas entrañables que guardas en el corazón.

¿Perdió el contacto con su pueblo natal?

No, para nada, conservamos la casa familiar, venimos todos los años en verano y para las fiestas como mínimo. Aquí sigo teniendo a mis tíos… Lo que ocurre es que con la pandemia no he podido regresar y lo estoy echando muchísimo de menos.

¿Por qué deja Abengibre para irse a Valencia?

Mis padres decidieron que lo más importante era que pudiésemos estudiar. En aquella época, las posibilidades en Abengibre eran muy limitadas, el instituto de Secundaria de Casas Ibáñez no se había construido. Primero me fui yo sola a casa de una tía a Valencia para estudiar primero de Bachiller, que era lo que había entonces. Después toda la familia nos fuimos a Tarragona, donde estuvimos dos años hasta que regresamos a Valencia.

¿Y estudia Magisterio?

Inicialmente iba a hacer Farmacia, me presenté a las pruebas de acceso a la Universidad en junio y ese verano empecé a dar clases. Ahí es donde descubrí que quería ser maestra y en septiembre me matriculé en Magisterio y, en paralelo, estudié valenciano, porque no lo hablaba muy bien, de forma que cuando acabé Magisterio también acabé valenciano y eso me abrió muchas puertas.

Todos esos retos que a día de hoy se plantea la sociedad para ser más justa, más equitativa, más igualitaria... siempre pasan por la educación. ¿Tanto poder de influencia tiene?
Absolutamente. Si tú educas a una persona en el respeto la cambias, porque cuando educas en el respeto la estás educando en la empatía y eso te hace ver que muchas veces, esas actitudes que podrías llegar a criticar, tienen un motivo y hay que llegar a la raíz para saber por qué esa persona piensa así. Cuando se produce ese cambio de pensamiento es cuando acabas con todos los prejuicios, porque llegas a entender al otro. Y llegar a entender significa que puedes llegar a quererle y cuando tú quieres a una persona no la excluyes, todo lo contrario, lo que intentas es que tenga todo aquello que necesita. Y aquí es donde radica el verdadero cambio.

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