El Villarrobledo cayó con honor en La Constitución, pero cayó. Aguantar el tipo contra Yeclano no puede ser motivo para la esperanza en una situación dramática en la que solo valen las victorias que no llegan. Los manchegos no pudieron derribar la muralla de Serna, que incluso detuvo un penalti a Agus Alonso, y jugaron buena parte del encuentro con un hombre menos.

Tener que verse las caras contra el Yeclano, tal y como están las cosas en el Villarrobledo, no era la mejor de las noticias. La brecha con los puestos de permanencia cada vez es mayor y los manchegos no parecen tener las herramientas necesarias para poder responder a esta situación. Es cierto que el Yeclano está atravesando un pequeño bache de resultados y si en algún momento hay que visitar La Constitución es ahora cuando más rédito le puede sacar el Villarrobledo. Sin embargo, los murcianos no dejan de estar dentro de los cuatro mejores del Grupo IV.

Luis Castillo adelantó al Yeclano tras aprovechar una autopista perfectamente pavimentada por la poca atención defensiva del Villarrobledo a los 17 minutos.

Rubén Sánchez protagonizó una buena ocasión para el Villarrobledo que se marchó fuera. A los pocos minutos, cuando el descanso asomaba la cabeza por el horizonte, el charrúa Agus Alonso, uno de los más activos en clave manchega, se elevó para conectar una falta lanzada por Iñaki. Lo estaba intentando el Villarrobledo pero la pólvora estaba mojada y ante la falta de acierto poco se le puede hacer más que seguir intentándolo.
Los pupilos de Castellanos no perdían la cara al encuentro. Las ocasiones estaban llegando pero cuando uno está negado, y más en una situación en la que empatar no sirve, los nervios atenazan las piernas y cada ocasión que no entra es una losa más en la mochila. De esta tuvo varias el conjunto albaceteño: Abel Moreno de falta y Agus Alonso de todos los colores. Y a todo esto se quedó con un jugador menos tras la doble amarilla de Mauro. Para los murcianos Mario Sánchez se encontraba con la madera.

Agus Alonso, una vez más, no pudo con Serna. Esta vez lo tenía mucho más sencillo: desde los once metros. El uruguayo tiró realmente mal la pena máxima y el guardameta consiguió evitar el gol del atacante.