El horror persiste cinco años después

M.R.Y. (SPC)
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Francia conmemora el quinto aniversario de la matanza del 13-N en París en estado de máxima alerta tras nuevos ataques yihadistas que han vuelto a poner en jaque al país

El horror persiste cinco después

Ni una  pandemia mundial frena las ansias de los yihadistas de sembrar el terror por todo el planeta. No hay tregua para los extremistas, que han vuelto a mostrar su peor cara en las últimas semanas en Europa, con Francia nuevamente como epicentro de sus ataques cuando apenas faltaban unos días para que la nación conmemore el quinto aniversario de la conocida como matanza de Bataclán, la cadena de atentados que sufrió París el 13 de noviembre de 2015 que dejó más de 130 muertos.

Cinco años después, la república gala se ha convertido de nuevo en el escenario principal de los islamistas radicales, con dos ofensivas mortales -con cuatro fallecidos- en menos de un mes y casi una decena de tentativas frustradas por las Fuerzas de Seguridad en las últimas semanas.

El país vuelve a estar en un nivel de máxima alerta, con más de 7.000 efectivos de la Policía y el Ejército desplegados, con especial vigilancia sobre colegios y templos religiosos. Pero también sobre las fronteras, sobre las que el presidente de la nación, Emmanuel Macron, quiere poner el foco, consciente de que uno de los grandes desafíos consiste en «luchar contra la inmigración clandestina» e impedir que esos flujos sean utilizados por los terroristas.

- Foto: POOLEl último caso, el asesinato de tres personas en una iglesia de Niza, demuestra la necesidad de esa vigilancia. El asaltante era un joven tunecino de 21 años que había llegado a Francia después de desembarcar, el pasado mes de septiembre, en la isla de Lampedusa de manera irregular. Las autoridades transalpinas, después de ficharlo, lo trasladaron al puerto de Bari el 9 de octubre y tras varias semanas en Italia cruzó la frontera francesa uno o dos días antes de perpetrar el atentado, el pasado 29 de octubre, en el que degolló a dos mujeres y al sacristán del templo.

Otro de los retos se encuentra en tratar de frenar la radicalización entre su población. Su defensa del laicismo y de la libertad de expresión le ha supuesto a Francia ser un gran objetivo yihadista. Y así quedó patente recientemente, hace poco más de medio mes, cuando un joven de origen checheno, pero que llevaba más de una década residiendo en la nación gala como refugiado, asesinó a un profesor cerca de París por mostrar en clase caricaturas de Mahoma. Una acción que hizo recordar a la terrible matanza que hace cinco años -en enero de 2015- se sufrió en las instalaciones de la revista Charlie Hebdo por su publicación de viñetas satíricas del profeta y que dio el pistoletazo de salida a una cadena de atentados que vio su cénit en el 13-N.

Y es que la masacre de Bataclán solo fue el pico en la curva del terror emprendida por el yihadismo en Francia. Desde entonces, la amenaza no ha parado y las ofensivas se han sucedido, con más de medio centenar de ataques de todo tipo -con bomba, con armas de fuego o blancas o con vehículos embistiéndose contra la multitud-, de los que cerca de una quincena han resultado mortales. Muchos otros han sido frustrados, pero ahora la alerta se encuentra de nuevo en su máximo nivel.

Con un Estado Islámico venido a menos en los últimos años, los extremistas parecen haber aprovechado el parón provocado por la pandemia para tomar un nuevo impulso para volver a sembrar el terror en un planeta que ya está sumido en el caos y que, precisamente, necesita un poco de calma.