El ingeniero de sonido y músico ibañés Alfonso G. Rodenas, afincado desde hace años en EEUU, continúa mezclando y masterizando producciones en su estudio y confía en poder presentar cuanto antes el último disco de The Blue Dolphins, su proyecto junto a la británica Victoria Scott.

En declaraciones a La Tribuna de Albacete desde su domicilio estadounidense asegura que «mi vida, de momento, no ha cambiado demasiado, porque gracias a Dios trabajo mucho desde casa; mezclo aquí producciones que me envían de todas partes y no tengo que salir a trabajar... digamos que vivo un espléndido aislamiento en este rincón de Malibú».

En cuanto a planes de trabajo se refiere, advierte que «desafortunadamente, el próximo trabajo con Los Tigres del Norte -con los que ganó cuatro Grammys- se va a tener que cancelar, ya que estaba previsto para finales de marzo, pero lo más probable es que se decida aplazar la grabación. El grupo ha vivido un grandísimo año desde el lanzamiento de su último trabajo, un homenaje al rey del mariachi Vicente Fernández, y es una mezcla de norteño y mariachi, mezcla que nunca antes se había intentado y el resultado ha sido espectacular. El álbum se llama Un consentido de Dios y es probablemente el disco más complejo que he grabado en 30 años de carrera que llevo como ingeniero, con un sonido lujoso con cuerda y metales de mariachi y la pegada del norteño».

Rodenas también desvela que en cuanto a su banda, con la cantante y escritora Victoria Scott, The Blue Dolphins ,acaba de terminar su tercer trabajo: Invincible.

«El disco ha quedado precioso y estamos muy, muy orgullosos del trabajo, las canciones y el sonido desarrollado en el. Es un álbum de 12 canciones con cierto sabor folk rock, lo que en su día se vino a llamar en California Sunshine Pop, que incluye seis duetos como nota predominante y otras tantas canciones teniendo a Victoria y a mi mismo como solistas. El sonido vuelve a incidir en guitarras acústicas y eléctricas con todo lujo de voces y armonías vocales arropados en esta ocasión por los teclados del sin igual Arlan Oscar y las baterías del italiano Eduardo Tancredi».

En cuanto a las composiciones, asegura que «las canciones son todas originales menos dos versiones y son temas de superación personal y de amor, que buscan animar el espíritu y ayudarlo a superar problemas, baches y trampas emocionales que nosotros mismos nos creamos».

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