La anfitriona y el espejo de la expectativa

Lucía Santiago (EFE)
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Francia se erige como la selección favorita del Grupo A y una de las candidatas a levantar el trofeo en la final, aunque para ello tendrá que espantar a los fantasmas de los torneos anteriores

La anfitriona y el espejo de la expectativa - Foto: EFE

El 7 de julio de 2018, la selección masculina de Francia se proclamó campeona del Mundo tras vencer a Croacia en Rusia. Un torneo internacional, el más importante de todos, que sirvió para que futbolistas franceses como Mbappé o Griezmann se encumbraran. Ahora, el combinado del gallo busca repetir la hazaña pero con su equipo femenino y siendo anfitrión del certamen.

Si las Bleues lo consiguen, harían historia, puesto que nunca antes los dos conjuntos de un mismo país han coincidido como vigentes campeones del mundo. Sobre el papel, Francia tiene posibilidades de salir triunfante de su Mundial gracias a los nombres que componen su plantilla, nutrida, principalmente, de jugadoras del Olympique de Lyon. Sarah Bouhaddi, Wendie Renard, Amel Majri, Amandine Henry o Delphine Cascarino garantizan la competitividad de la selección, pero Corinne Diacre, la entrenadora, cuenta, además, con otros argumentos, como son la veteranía de Elise Bussaglia o la precocidad de una nueva y talentosa generación en la que asoman Grace Geyoro, Aïssatou Tounkara o Valérie Gauvin.

Los resultados obtenidos en los últimos grandes eventos, sin embargo, revelan dos realidades antagónicas. La selección francesa, llamada a dominar Europa y el mundo, encadena decepción tras decepción después de haber disparado sus expectativas con su cuarto puesto en el Mundial de Alemania, en 2011. Se quedó en los cuartos de final en las Eurocopas de 2013 y de 2017. En esa ronda se despidió igualmente en el pasado Mundial de Canadá.

 

Las Bleues no encontraron el camino al éxito, aquejadas de infortunio -dos de esas eliminaciones fueron en penaltis- y de ausencia de espíritu competitivo, ya estuviese Bruno Bini, Philippe Bergeroo o Olivier Echouafni en el banquillo. Por el momento, la final del 7 de julio en Lyon es todavía, en este punto, una ilusión.

 

Las rivales

Por su parte, el peso de la tradición pone a Noruega, campeona del mundo en 1995 y finalista en 1991, ante la obligación de superar la fase de grupos en el Mundial de Francia. Su decepcionante Eurocopa 2017, marchándose del certamen con tres derrotas en la fase inicial, parece olvidada, aunque la jugadora más talentosa del país, Ada Hegerberg, mantiene su negativa a ser convocada. Sin la actual Balón de Oro, Martin Sjogren debe ser capaz de potenciar a Isabell Herlovsen, Emilie Haavi y Caroline Graham Hansen, la mejor jugadora en la última edición de la Copa Algarve, el torneo que puso en relieve el renacer de la selección escandinava.

En el mismo grupo, Corea del Sur tratará de trasladar al ámbito mundial la fiabilidad defensiva que muestra en Asia mientras que, de la mano de la delantera barcelonista Asisat Oshoala, las Super Halcons de Nigeria, campeonas de la Copa Africana de Naciones, intentarán demostrar el porqué de su supremacía en África, aunque cada vez está más cuestionada.