Arranca la leyenda

Juan Carrizo
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Hace 30 años el Albacete Balompié empezó a escribir lo mejor de su historia con un brillante ascenso a Segunda en la primera campaña de Benito Floro

Antonio y otros jugadores del Albacete celebran el ascenso en el vestuario. - Foto: Jesús Moreno

En los primeros días del mes de mayo de 1990 se disputó la jornada 35 en el entonces grupo III de la Segunda División B. Un brillante Albacete Balompié sumó su enésima goleada al ganar por 5-2 al Marino y sumó los puntos necesarios para ser matemáticamente campeón de grupo y, por ende, lograr el ascenso a Segunda División.

Le sobraron tres jornadas al equipo al que había llegado el anterior verano un joven Benito Floro dispuesto a comerse el mundo como técnico y lo hizo al conseguir que un modesto como el Alba, siempre en categorías menores, pudiera codearse con los grandes unos años después en Primera División. «Un día me dijo Benito que porque vino al Albacete aquel verano de 1989, que si hubiera fichado con al Alcira habría hecho lo mismo», comentó el gran capitán de aquellos años, Francisco Javier Mármol ‘Catali’. Así era la confianza que tenía Floro. «Estaba convencido de que nos llevaría al éxito», como así fue.

El inicio de todo eso, de la leyenda del Queso Mecánico, fue esa temporada 1890-90 en la que se sentaron las bases para lo que vino después, aunque otro histórico, Antonio López Alfaro, asegura que «el cambio empezó con la llegada de Julián Rubio. Fue el que provocó que empezáramos a pensar en metas mayores». Esa campaña 1988-89 el equipo no iba bien, con Neme en el banquillo. Se veía complicado mantener la categoría, en Segunda B, entonces en el grupo IV. Candel llamó a Julián Rubio, que estaba en el Maspalomas en el grupo III y el de Montealegre no dudó en dejarlo todo y venir a salvar a su Albacete.

«En el verano de 1989 se va porque le sale entrenar al Recreativo de Huelva en Segunda, pero ya dejó un bloque importante», indicó Antonio. El mismo Rubio fue el que recomendó a Candel el fichaje de Floro, que estaba en el Villarreal.  «Se trajo a jugadores como Manolo, Menéndez, Quique, Monfi… que fueron muy importantes. Dimos con un entrenador innovador, que era muy pesado con la estrategia y la disciplina en el campo. Las consecuencias fueron las que fueron», argumentó el máximo goleador en la historia del  Albacete.

Catali asegura que el éxito que empezó a fraguarse ese año vino de la mano de muchas cosas. «Fue el míster, los jugadores, la secretaría técnica y ese presidente Rafael Candel. Era un éxito seguro».

 «Benito llegó con las ideas muy claras de lo que quería y se trajo a su gente. Se formó un equipazo, y no hablo solo en lo deportivo, también en el ambiente, que era genial. Ya en la pretemporada nosotros mismos nos dimos cuenta de que teníamos una plantilla espectacular. Estuvimos mucho tiempo sin perder y sabíamos que la temporada iba a ser importante».

En aquella temporada no había playoff de ascenso. Subían de categoría los campeones de cada grupo y el Albacete puso sus cartas boca arriba desde el minuto uno.  En las primeras 13 jornadas ganó 12. Sólo tropezó en la jornada seis en su visita a uno de los gallitos del grupo, el Granada.

«Fuimos a jugar a Granada, todavía no habíamos perdido y caímos 1-0, pero hicimos un partidazo, jugando un fútbol de maravilla. Teníamos pactada una prima por ganar y al final estamos todos allí en el vestuarios destrozados. Era la primera derrota, a pesar de haber jugado tan bien, y apareció el presidente y dijo ‘Catali, pásate el lunes por el club y te llevas la prima’, así era el ambiente, como no íbamos a tener éxito», rememoró el gran capitán.

También recuerda Catali anécdotas con un Benito Floro siempre preocupado por el césped del Carlos Belmonte, que entonces pasaba por muy malos momentos.  «Aquel equipo de Segunda B jugaba un fútbol espectacular y eso que teníamos el campo hecho un patatal».

«Un día se fue Benito Floro a una ferretería y compró varias cajas de formoles. Llegó al entrenamiento y nos dio a cada uno un formol para quitar las malas hierbas antes de empezar a entrenar, para que el campo estuviera mejor. Si jugábamos como lo hacíamos en ese campo, imagina a ese equipo jugando en el actual Belmonte», relató Catali.

 

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