El futuro de Don Juan Carlos

Pilar Cernuda
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El Gobierno realiza serias presiones para que el Rey Emérito abandone España camino del exilio e, incluso, baraja que sea como unas vacaciones que le alejen de su residencia en La Zarzuela mientras se aclaran los aspectos judiciales

El futuro de Don Juan Carlos

El Gobierno quiere que el Rey Juan Carlos abandone España, y presiona por tierra mar y aire para que suceda. Felipe VI, por su parte, ha marcado distancias con su padre de forma pública.

Lo hace desde hace un año, cuando tuvo noticia de sus operaciones financieras con una cuenta opaca que tenía en Suiza, donde se depositaron los 100 millones de dólares que le donó hace más de 10 años el rey de Arabia Saudí, Abdullah, cuenta de la que no informó a la Hacienda española; con testaferros que la manejaron a través de sociedades domiciliadas en paraísos fiscales, movió el dinero, gran parte de él para entregarle 65 millones de euros a Corinna Larsen, cantidad que ahora le reclama sin éxito Don Juan Carlos, y también para comprar una vivienda en los Alpes suizos. El Rey Felipe, a través de un durísimo comunicado, renunció a la herencia que le pudiera corresponder, tanto para él mismo como para sus herederas, y retiró a su padre la asignación que recibía como ex Jefe de Estado.

Comunicado que conoció el Emérito antes de que se hiciera público, como también el Gobierno; pero en el que llegó a Zarzuela, que recogía las medidas de distanciamiento que marcaba Don Felipe, no figuraba la retirada de la asignación. Si fue una exigencia posterior de Moncloa es algo que pertenece al secreto del sumario. 

Todo lo demás, incluidas las operaciones financieras, las investigaciones que se llevan desde la fiscalía suiza, las declaraciones de Larsen y hasta declaraciones de sus exmaridos, no es secreto: lo publican desde hace semanas todos los medios de comunicación, con El Mundo y El Confidencial como principales informadores, con grandes exclusivas.

Son muy pocas las personalidades y periodistas que han salido en defensa de Don Juan Carlos. El abanderado de esa defensa ha sido el expresidente Felipe González que, desde su refugio de Guadalupe donde mantiene el confinamiento por la COVID, hizo unas declaraciones de apoyo recordando algunas de las intervenciones internacionales que hizo en favor de España cuando él era presidente.

El padre de Felipe VI, que nació en Roma y se educó en Suiza y Portugal hasta los 10 años ya que sus padres estaban exiliados, siempre tuvo ese peso encima y el empeño de que con él no se iba a repetir la maldición que sufrieron algunos de sus antepasados. Estos días se encuentra muy afectado por la situación a la que ha llevado a su familia y, sobre todo, a la Corona, y baraja todas las posibilidades que se le presentan para intentar paliar las consecuencias de sus errores, que reconoce. 

Es consciente de que su situación está siendo utilizada por dirigentes políticos y personalidades con gran influencia social, para tumbar la Monarquía. No clama por su inocencia, pero le duele que su comportamiento personal se magnifique para intentar que España se convierta gradualmente en una «república plurinacional» como la que quiere impulsar el vicepresidente segundo del Gobierno Pablo Iglesias. En defensa de la Corona apenas han salido un par de ministras, Carmen Calvo y María Jesús Montero; ni siquiera el presidente ha sido tajante.

No se han producido contactos entre Moncloa y La Zarzuela, donde reside el Rey Juan Carlos y donde se encuentra también Doña Sofía. Sí los ha habido entre miembros del equipo de Pedro Sánchez y Jaime Alfonsín, jefe de la Casa del Rey Felipe; y también entre Alfonsín y el general Félix Sanz Roldán, ex director del CNI.

 

Inviolabilidad

En estas reuniones, que podrían considerarse negociaciones, hay un elemento que se baraja constantemente: la inviolabilidad del Rey Juan Carlos. El artículo 56 de la Constitución dice que «La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo». Dice el mencionado artículo 64 que «los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes».

Los padres de la Constitución, pertenecientes a todos los partidos del arco parlamentario de la legislatura constituyente, no contemplaron un escenario posterior a una abdicación y por tanto no se ha recogido en el texto qué ocurriría con la inviolabilidad de un rey que ya no ejercía la Jefatura del Estado. Está claro que Don Juan Carlos gozaba de la inviolabilidad durante los años previos a la abdicación, que fueron aquellos en los que se produjeron la mayoría de los hechos que hoy se cuestionan, pero será la Justicia la que determine respecto al alcance de su inviolabilidad. 

Por otra parte, al margen de la inviolabilidad, hay que tener en cuenta que ni en España ni en Suiza hay abierto un procedimiento contra él. El escrito que han enviado los fiscales suizos a la Fiscalía española recoge que tienen una investigación abierta sobre Corinna Larsen y que en sus declaraciones ha explicado que sus ingresos y patrimonio proceden en gran parte de donaciones y regalos del Rey Juan Carlos. Los suizos no investigan a Don Juan Carlos ni pueden hacerlo, todo lo más podrían pedirle testimonio sobre su relaciones financieras con Larsen o con los testaferros que manejaban el dinero. 

El Gobierno realiza serias presiones para que Don Juan Carlos abandone el país camino del exilio. De hecho, presionan para que, mientras no se tome una decisión, abandone el Palacio de la Zarzuela.

En las reuniones que se celebran estos días, en las que incluso se han barajado países a los que podría irse, toma cuerpo una idea que ha surgido de La Zarzuela, del Rey Juan Carlos y su reducidísimo grupo de incondicionales: tomarse un tiempo de vacaciones en otro país. Vacaciones que se podrían prolongar durante un tiempo mientras se aclaran los aspectos judiciales y constitucionales. De esa manera, no se cuestionaría que la Reina Sofía siguiera viviendo en su casa, La Zarzuela, porque continuaría siendo también la casa del Rey Juan Carlos cuando regresara de esas vacaciones, que tendrían que ser en un país donde tuviera la consideración de ex Jefe de Estado a la que tiene derecho, y que merece.

Las conversaciones son constantes, las coordenadas de actuación cambian día a día, y el Rey Juan Carlos está a la espera de las decisiones que se tomen respecto a su futuro. Lo que más le importa es que esa decisión, la que sea, la respalde Don Felipe. La relación personal entre ellos hoy es inexistente, aunque días atrás coincidieron en una cena familiar. Fue una reunión tensa, con más miradas que diálogo.