Elena Serrallé

Elena Serrallé


Que no nos falte nunca el día de Reyes

05/01/2022

Con el precio de la luz en la estratosfera, también por las alturas el del combustible, con la inflación disparada y con Ómicron campando a sus anchas dinamitando planes y enjaulando a la gente, es curativo aquello de inyectarse fantasía para no morir de realidad y más hoy que vienen los Reyes Magos.
Nunca me gustó escuchar aquello de que los Reyes sólo traían regalos a los niños que se habían portado bien. Todos los niños, absolutamente todos, se portan bien. No hay niños malos. La maldad jamás puede contaminar a la inocencia, que es intrínseca a los niños. Los niños son barro a la espera de de ser moldeados por los adultos. Tan vulnerables, tan limpios, tan frágiles, por eso los Reyes siempre han de venir a visitarlos y agasajarlos a todos.
Yo, que me declaro fan absoluta de sus majestades, ya no les pido juguetes, pero les sigo escribiendo misivas solicitando seguir aprendiendo de mis hijos, infinitas noches dormidas a su lado, escuchar sus pasos recorriendo mi casa, la vitamina de sus risas, las peleas con la cuchara, sus interrogatorios sedientos de información, besos que son pura medicina y que extinguen los dolores del alma, portazos al aburrimiento, cuartos revueltos llenos de vida. Les pido barra libre de planes con ellos, que se ralentice el crecimiento de sus manos menudas y que no me falte nunca la palabra «mamá» dibujada en sus labios.
No comparto aquello de que los Reyes son los padres porque muchas veces quienes hacen los mejores regalos son precisamente los hijos.