Qué maravillosa locura es el fútbol. En un encuentro de mayor dominio de los locales, Tomeu Nadal estaba brindando una de sus noches mágicas cuando a los 88 minutos ya se encumbró como el arquero con mayúsculas que es cuando le sacaba un penalti al local Eguaras y también el rechace, que había caído a los pies del mismo jugador, en un doble paradón para la leyenda. Pero no se había acabado el partido, y justo cuando se cumplían los 94 minutos decretados por Ais Reig, una falta colgada al área local quedaba suelta para que Eddy Silvestre embocara un remate extraño, en salto acrobático, para darle los tres puntos al Albacete. La locura de una noche invernal en La Romareda. (MÁS INFORMACIÓN EN LA EDICIÓN IMPRESA)