Confieso que el sentimentalismo secesionista me parece estupendo, y las creencias de que Cataluña fue una nación posterior a Roma, o puede que antes, me dejan indiferente. Lo único que me molesta es cuando sus decisiones afectan a lo espiritual de nuestra sociedad actual, o sea, al dinero, quiero decir a "mi" dinero.
Acechan centenares de recursos jurídicos sobre profesores y directores de escuelas catalanas, que van a incumplir una sentencia que les obliga a impartir el 25% de las clases en español. Y los perderán, claro, y les multarán y, además, tendrán que pagar las costas judiciales, que cada vez están más caras. Como el más entusiasta de los secesionistas, ante la posibilidad de que le vayan a poner una multa -y no pequeña- disminuye su entusiasmo de manera notable, los cínicos totalitarios de la Generalidad anuncian que habrá barra libre, y ellos se harán cargo del sablazo que les espera a profesores y directores escolares. Es decir, tienen tanta confianza en el fervor del pedagogo separatista que, antes de que venga la herida, le dicen que no duele y que el esparadrapo lo pagará la Generalitat, o sea, los españoles de las 17 autonomías, porque Cataluña ya arrastra una deuda de 80.000 millones de euros -superior a la ayuda para toda España de la Unión Europea- y no hay dinero para ello en sus presupuestos.
Que le paguen al Prófugo su estancia en Bruselas, allá ellos, porque la estrella menguante del Huido tiene un brillo cada vez más débil, pero esta chulería de que tengamos que poner dinero para que los cínicos totalitarios sigan poniéndose chulos con el Tribunal Constitucional es una afrenta y un timo. Pónganse chulos con el Constitucional, pero con su dinero. De todas formas, pregúntenle a un tipo, que fue muy conocido, un tal Artur Mas, qué es lo que pasó con sus cuentas corrientes cuando le exigieron fianzas. Con las fianzas no valen las confianzas. Cuídense los profesores escolares, que, luego, su esposo/a les puede decir eso de "mira que eres tonto, Ernest, fiarte de sus promesas". Las manifestaciones, los himnos, el folklore, la Historia zurcida, todo eso bien. Pero si les echan mano a la cartera se les va a poner una expresión de gilipollas pasada por el nacionalismo.