El Albacete Balompié tiene ante sí una gran oportunidad para encarar el final del año natural en una posición inmejorable que le permita cerrarlo en casa, dentro de una semana, con sus posibilidades intactas o, al menos no demasiado lejos de esa única plaza de ascenso directo de la que el filial del Villarreal se resiste a apearse.

La fortaleza de los blancos en el Carlos Belmonte es el gran haber del cuadro de Rubén de la Barrera, cuyos cimientos parecen sólidos cuando se desenvuelve en su ambiente. La última cita frente al Alcoyano, un adversario nada fácil, así lo confirmó y sirvió para mantener el pulso con los equipos que luchan por el mismo objetivo.

Otro cantar es lo acontecido hasta ahora a domicilio, donde los blancos están evidenciando ciertas debilidades que le han privado de obtener el provecho necesario para encabezar un grupo en el que la competencia no es poca. Las últimas tres salidas las ha saldado el Albacete con dos derrotas y un empate que le han impedido obtener esa regularidad ineludible para aspirar a concluir como campeón y, por tanto, regresar al fútbol profesional.

Los últimos 10 días han resultado, empero, productivos. Tras superar, no sin apuros, la primera ronda de la Copa del Rey llegó una nueva victoria en la liga que supuso un fuerte espaldarazo que hoy pretende transformar en regularidad si es capaz de arrancar los tres puntos de una Condomina que fue escenario de batallas históricas para el Alba de antaño.

Por lo que respecta a la preparación de este partido, no se esperan grandes cambios en el Albacete en vista del buen rendimiento que están ofreciendo sus jugadores. La inclusión del joven Dani González ha aportado incluso cierta revitalización que el técnico está intentando gestionar de forma gradual para que no sea flor de un día, como en tantas ocasiones. Jeisson Martínez, recuperado de su lesión, es la novedad en la convocatoria.

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