Reclaman psicólogos en Atención Primaria

Ana Martínez
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Las consultas de Psicología se llegaron a triplicar por algunos problemas relacionados con las emociones derivadas del confinamiento y la situación de incertidumbre

Reclaman para que la fatiga pandémica no se cronifique

Prevenir antes que curar. Es el lema que lleva por bandera la Psicología en España, una ciencia que quiere potenciar la cultura preventiva para rebajar el gasto farmacéutico y la intervención hospitalaria. Es una reivindicación añeja del Consejo General de la Psicología de este país a la que ahora el Covid le ha dado un mayor sentido, como consecuencia del confinamiento de la primavera pasada y de las sucesivas medidas, prohibiciones y restricciones de movilidad dirigidas a contener la expansión de un virus que se ha cebado especialmente con las personas mayores.

La Organización Mundial de la Salud lo ha denominado fatiga pandémica, un concepto relativo al agotamiento generalizado que se puede manifestar con episodios de ansiedad, miedos, insomnio, estrés, tristeza, llanto… Sensaciones y emociones que ha sufrido y está sufriendo una buena parte de la población ante un escenario nuevo sobrevenido e inesperado.

Según explica María Dolores Gómez, decana del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha, con sede en Albacete, el efecto de la pandemia sobre la salud mental y el malestar psicológico ha tenido en este primer año hasta tres etapas diferenciadas: la primera, coincidiendo con el decreto del estado de alarma y el confinamiento, originó sorpresa, incertidumbre y ansiedad, «ante una cosa nueva que nos sobreviene»; la segunda produjo comportamientos más proactivos y heroicos ante la creencia de que «todos juntos lo podíamos superar»; mientras la tercera, correspondiente al momento actual en el que nos encontramos, plantea una realidad difícil que genera «un estado de agotamiento físico y psíquico, de incertidumbre, que provoca respuestas de tipo emocional más intensas», explica María Dolores Gómez.

Es difícil cuantificar en cifras o porcentajes el incremento que se ha registrado en las consultas de Psicología como consecuencia de esta fatiga pandémica, cuyos efectos, además, no ha afectado a toda la población por igual y se ha diferenciado en grupos de edad y en pacientes con patologías previas.

En concreto, la decana del Colegio de la Psicología corrobora que, tras un año de pandemia, la incertidumbre, el miedo, la ansiedad y las respuestas depresivas están presentes en un mayor número de ciudadanos pertenecientes a la población general, si bien estas sensaciones y estados están afectando de forma más grave a pacientes con patologías previas de tipo psicológico y psiquiátrico, que son más vulnerables a estos tipos de malestares.

También la infancia, la adolescencia y la juventud están teniendo sus propios problemas como, fundamentalmente, el aislamiento: «Los niños y los adolescentes no han podido acceder a sus espacios académicos, que son sus lugares de socialización, de relación con los demás, donde la persona va construyendo, se van haciendo», advierte María Dolores Gómez, que en este sentido habla del incremento experimentado en las patologías relacionadas con las ideas autolíticas y los efectos depresivos.

Trastornos alimentarios. Otra de las respuestas más alarmantes, en opinión de la decana de la Psicología, ha sido el «repunte altísimo» de los trastornos de la conducta alimentaria que se han diagnosticado en muchas jóvenes adolescentes, seguidoras de esas youtubers e influencers que sin ser profesionales ni especialistas aconsejan la ingesta de una supuesta comida sana y la práctica de ejercicio físico.

Otro elemento a tener en cuenta son las «variables sociales», pues es evidente que el estado de alarma no ha perjudicado de la misma manera a aquellos colectivos más vulnerables con problemas económicos que aquellos otros que se encuentran más protegidos y tienen una situación más estable.

María Dolores Gómez hace referencia al avance de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), donde uno de cada tres españoles admite haber llorado alguna vez por esta situación y tener dificultades para conciliar el sueño. «Las personas encuestadas expresaron que han sentido más malestar general, que tienen problemas de ansiedad, de depresión, se han sentido tristes, unos síntomas que son normales ante una situación inesperada», insiste la decana del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha, que aclara que el sentirse así no significa que tengas una enfermedad mental, simplemente «en un momento determinado sentimos un poco más de nerviosismo o presión interna por las modificaciones de las normas sanitarias, las curvas, las restricciones de movilidad, las noticias… Esto es una respuesta normal a una situación anormal». No en vano, la psicóloga albacetense subraya que en la primera etapa de la pandemia del Covid-19, se detectó un significativo porcentaje de la población que se encontró «muy perdida», pero que con el paso de los meses se ha ido «reconstruyendo».

Nada ver con ese otro grupo de personas que ha sufrido la pérdida del empleo o de algún familiar, ha padecido la propia enfermedad o tiene secuelas, que sí necesitará una atención psicológica más prolongada en el tiempo, bien por tener patologías previas relacionadas con la salud mental, bien por la aparición de algunas nuevas. A pesar de que esta radiografía sobre las consecuencias de la pandemia en la salud mental de los ciudadanos es más que preocupante, la respuesta pública de las comunidades autónomas con competencias sanitarias no ha sido la esperada, dado las bajas ratios que registra este país en relación al número de psicólogos por habitante. Tanto es así que, según datos del Colegio de la Psicología de Castilla-La Mancha, tanto a nivel nacional como regional hay una media de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes, lejos de los 18 que registra la media europea o de los 70 de países como Suecia o Finlandia.

En este sentido, desde la entidad colegial lamentan que en Castilla-La Mancha haya un psicólogo por cada 16.000 habitantes, ratio que surge de la ausencia total de profesionales de la Psicología en la Atención Primaria:«Las plantillas de psicólogos clínicos son testimoniales en muchos dispositivos, a pesar de que la atención psicológica necesita una intervención inmediata, no se puede estar cuatro o cinco meses en lista de espera como ocurre ahora en esta región», critica María Dolores Gómez, que matiza que una intervención precoz e inmediata podría resolver el malestar psicológico, la cronificación del problema y, por tanto, disminuir el gasto farmacéutico y la hospitalización:«La Psicología tiene que ser un derecho primario, nadie puede esperar cuatro o cinco meses a llegar a la consulta pública, lo normal es que se vaya a la privada», insiste la decana.

La presencia de psicólogos en la Atención Primaria no es una ocurrencia de los colegios profesionales con motivo de la aparición de la pandemia. Llevan años reivindicando el impulso de esta ciencia en los centros de salud como la mejor fórmula para la intervención precoz y la prevención inmediata, pues en un alto porcentaje de los pacientes se evitaría la medicalización y la intervención hospitalaria:«Con una atención precoz y cercana se prevendrían muchísimos trastornos», afirma Gómez. En este contexto, finaliza hablando de los numerosos estudios en los que han participado los colegios autonómicos de la Psicología sobre los tratamientos en Atención Primaria y que han demostrado que, entre otros beneficios, rebajaría el consumo de ansiolíticos «que son uno de los fármacos más recetados».