Y después de los 45... ¿Qué?

A.M.
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Alrededor del 80% de las personas que reciben formación profesional en Cáritas son trabajadoras desempleadas, con escasa formación y experiencias laborales muy precarias

Imagen de uno de los cursos sobre atención sociosanitaria impartidos en Cáritas de Albacete. - Foto: P.G.

Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y en los prolegómenos reaparecen un sinfín de datos y manifiestos de decenas de organizaciones que verifican, una y otra vez, la desigualdad persistente entre hombres y mujeres a nivel mundial. Muchas son las razones que aguantan estas desigualdades. Una de ellas, el empleo. Según datos del SEPE a 31 de enero de 2019, Albacete capital tenía 34.972 parados, de los cuales 22.550 eran mujeres y, de estas, 11.760 mayores de 45 años, lo que representa un 33% del total del desempleo en esta ciudad.

El perfil coincide con las usuarias que se acercan hasta Cáritas Diocesana de Albacete en busca de una orientación laboral que les permita incorporarse o reincorporarse al mercado de trabajo. Creado en 1996, el Programa de Empleo de la entidad surgió, en un primer momento, para favorecer la inserción laboral de mujeres con las que se estaba trabajando en el Programa de Mujer. Casi dos décadas después, el programa se complementó con el Servicio de Orientación Laboral, hasta donde llegan cada año una media de 1.500 personas -tanto hombres como mujeres-, de las cuales unas 300 participan en alguno de los cursos de formación.

«El empleo es fundamental para reducir las desigualdades, proporciona autonomía e independencia a la mujer», dice Cristina Galletero, responsable del Programa de Empleo y Orientación Laboral de Cáritas Diocesana de Albacete, quien corrobora que la mayor parte de las mujeres que acuden a este servicio no tienen una cualificación específica para el empleo, mayoritariamente porque lo dejaron cuando contrajeron matrimonio y para dedicarse al hogar y al cuidado de los hijos. Ahora, «vienen porque necesitan trabajar para tener ingresos y autonomía económica», precisa.

También las hay que aun habiendo estado en el mercado laboral durante mucho tiempo y haber adquirido una gran experiencia, no tienen vida laboral alguna porque proceden de sectores alimentados por la economía sumergida, fundamentalmente empleo en el hogar, limpieza, algo de hostelería y cuidados de personas dependientes. «A pesar de haber trabajado durante muchos años nunca han sido dadas de alta en la Seguridad Social y han ocupado puestos de muy baja cualificación, muy precarios», explica Cristina Galletero. Ante este panorama, Cáritas Diocesana puso en marcha una línea de acciones formativas que cubren desde el nivel básico y prelaboral hasta el certificado de profesionalidad que está homologado por la Junta de Comunidades. En ellos, entre un 75 y un 95% del alumnado son mujeres, pues «la formación es una gran oportunidad para ellas, es un gran regalo, una gran apuesta de Cáritas porque sin formación las dificultades para conseguir un empleo reconocido son aún mayores y además les impide salir de la rueda de la economía sumergida».

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