Domingo Henares

Domingo Henares


Página de entonces

12/12/2021

Como vuelven los reyes a sus casas cubiertos de regalos después de un largo viaje, así no vendrá Don Juan Carlos I, si es que vuelve. Se ha marchado muy lejos de la sombra familiar que tenía por costumbre y le hacía de guardaespaldas. Arropado de los suyos como estaba y de un número alto de ciudadanos que todavía recordaba los servicios de la Corona, con sola su presencia, durante un reinado largo. Ahora se ha hecho demasiado tarde y ya no volverán los días claros de gloria que tuvo, desterrado como está y a la espera de que las fiestas de Navidad sean benévolas suficientemente y le traigan el regreso a la patria como un regalo. Él no da nada todavía por seguro. Se le nota en la mirada, turbia a veces, en los movimientos torpes al andar, con la sonrisa inmóvil que, en otras ocasiones, diríamos que es fingida. Pues últimamente es la misma, o casi. Esa manera que tiene la nostalgia de hacerse presente.
Además de otros inconvenientes que Don Juan Carlos acumula para su regreso, ahora se ha cruzado en su camino la Justicia inglesa que estudiará si puede juzgar a un monarca extranjero que está en el exilio. Y nuestro rey anterior seguirá, nadie sabe hasta cuándo, con la sonrisa indiferente que tiene por saludo desde hace un año. Desde aquel día, tal vez, cuando le dijo a su biógrafa Laurence Debray que él estaba soñando volver a España para preparar su funeral.
Quiso decir para leer a Jorge Manrique, allí donde éste escribió un día: «Decidme: la hermosura, / la gentil frescura y tez / de la cara, / la color y la blancura, / cuando viene la vejez, ¿cuál se para?». Esa página para entonces.