Un genio en estado de gracia

Virgilio Liante
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Concierto de Tomatito en el Teatro Circo

Tomatito. - Foto: José Miguel Esparcia

José Fernández, Tomatito, estuvo apoteósico, sublime y muy a gusto en el escenario del Teatro Circo, donde hasta hablaba con el público. Da igual que no sepa leer una partitura, porque lleva la música dentro, en las venas, y compone como pocos, dándole a cada nota su intensidad. El almeriense, que tiene ya cinco Grammy latinos, es un artistazo que lo mismo te sumerge en Andalucía, donde nació hace 60 años, que se marca un homenaje en recuerdo al más grande de los grandes, Camarón de la Isla, con quien compartió 18 años y escribió muchas páginas de oro del flamenco. Por eso en el concierto en recuerdo de Camarón y Federico García Lorca sonó preciosa y mítica La leyenda del tiempo.

El almeriense presentó su disco Soy flamenco, un trabajo de 2013, en el que consigue su planteamiento inicial de que no pareciera lo mismo toda su creación. Por eso hay varios tiempos de velocidad: la bulería, que le gusta mucho; la soleá, que es la madre de todos los palos; una seguiriya, una rondeña, una taranta... El espíritu y la voz del cantaor reaparece en este álbum en los temas El regalo y Corre por mis venas. Unas canciones que vienen de la época de Como el agua (1981). Su voz no había vuelto a aparecer en sus discos desde Rosas del amor (1987), que fue el primero, y Barrio negro (1991), y como Tomatito necesitaba escucharlo y tocarlo, hizo este disco. Acompañado de sus dos cantaores y palmeros Morenito de Íllora, Kiki Cortiñas, el percusionista Joni Cortés, el gracioso bailaor Pepe Torres y la guitarra de su hijo, José del Tomate, el benjamín de la familia, que tocó como quiso todos los palos que le enseñó su maestro, el artista con mayúsculas.  

Si algo me gustaría dejar para la posteridad en estas líneas fue el poder ver y escuchar a un genio en estado de gracia. Su larga caballera, su elegancia personal, sus ojos cerrados, y su mano brincando por el diapasón a una velocidad endiablada, mientras movía levemente su cabeza, sin aspavientos, no como otros tantos guitarristas que he visto, para coger carrerilla y clavar innumerables solos o punteos haciendo grande su arte, el flamenco más internacional, con el don de dotarlo de poesía y grandes pinceladas de duende. Maravillosos acordes y la armonía de Homenaje a Paco de Lucía, un tema preciosísimo, un mano a mano con su hijo, que es para tenerlo de banda sonora de una vida.

Y al final el zapateado del bailaor Pepe Cortés, repiqueteado a modo de claqué, seguido por el grupo de Tomatito con sentimiento. El artista hace lo que quiere y como quiere, porque es uno de los grandes, y seguro que desde su hijo hasta el palmero aprenden de su humildad, humanidad y de su personalidad en el escenario, porque es verlo salir y se hace la luz, no digo nada cuando empieza a templar la guitarra. Lo que tengo claro es que la palabra genio toma su significado con un monstruo como Tomatito, porque, al igual que otros fuera de series de sus ámbitos, como Picasso en la pintura o Federico García Lorca en la poesía, se dejaban el corazón en lo que hacían diariamente. Ojalá y el tiempo cuide y ensalce la figura de Tomatito, porque el público del Teatro Circo acabó puesto en pie y tendrá para siempre en su retina este pedazo de concierto. 

Tomatito es armonía musical, se lleva bien con las notas y disfruta con las escalas, por eso fue un concierto para recordar y para tener siempre como un tesoro en la memoria. Enhorabuena maestro, y gracias a todos por la fantástica velada.