Los regadíos albacetenses del Segura no tienen ni la extensión ni el peso económico de sus homólogos del Júcar o el Guadiana, pero desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de sus respectivas comunidades, por lo que merecen como mínimo una parte de la solidaridad que tuvieron estas tierras con la parte baja de la Cuenca.

Éste es uno de los puntos básicos de las aportaciones que hace el Gobierno regional al borrador del Plan Hidrológico de la Demarcación del Segura, elaboradas por la Agencia del Agua de Castilla-La Mancha, donde se recuerda que  «la gran mayoría de los recursos hidráulicos de la cuenca del Segura se genera en esta Región, aunque sistemáticamente viene siendo aprovechada en las Comunidades vecinas, Murcia y Valencia».

Pero, para que eso sea posible,  desde nuestra región se plantean cuatro condiciones, siendo la primera «profundizar en el conocimiento de los acuíferos, basado no sólo en el estudio de la evolución de su recarga y en el conocimiento detallado de sus extracciones, sino también en su evolución piezométrica, representativa del conjunto de la masa de agua y no sólo de determinadas zonas». 

El motivo por el cual la Junta hace especial hincapié en esta cuestión es que, a pesar de la «estabilización» de los niveles piezométricos de los acuíferos albacetenses,  la Junta de Gobierno de la CHS declaró las masas de agua Conejeros-Albatana y Ontur en riesgo de no alcanzar el buen estado cuantitativo, el equivalente a la antigua declaración de sobreexplotación, un acuerdo contra el que votó Castilla-La Mancha por entender que se tomó sin tener datos suficientes.

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