La salud va por barrios

SPC
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Hasta en siete años se diferencia la esperanza de vida de los ciudadanos en función del lugar en el que habiten debido, principalmente, a su relación con la alimentación y el deporte

La salud va por barrios: hay una clara relación entre contexto socioeconómico, urbanismo y enfermedades crónicas, y el entorno influye en lo que comemos, bebemos o fumamos, según los científicos que piden potenciar la salud pública y separar las ideologías del bienestar de los ciudadanos.

Estas son las algunas de las conclusiones del estudio europeo Heart Healthy Foods (Barrios Saludables), dirigido durante cinco años por Manuel Franco, médico especializado en Epidemiología y Salud Pública que, según explica, espera que sirva para dar forma a políticas públicas que mejoren la vida en las ciudades, donde reside un 80 por ciento de la población española.

Aunque la investigación se ha realizado en Madrid entre los años 2014 y 2019, Franco asegura que los resultados del informe -el primero que el Consejo Europeo de investigación ha concedido a España en esta categoría de salud pública- es «extrapolable a una mayoría urbanita de la población mundial».

El pasado agosto Franco presentó a la ministra de Sanidad en funciones, María Luisa Carcedo, las conclusiones de este estudio -elaborado en la Universidad de Alcalá-, que constatan que buena parte de los factores que influyen en nuestra salud son consecuencia del contexto socioecónomico en el que vivimos y que en ciudades como Madrid o Barcelona puede diferir en siete años la esperanza de vida entre barrios ricos y pobres.

Según Franco, cuanto menor es el nivel socioeconómico del barrio, mayor densidad de tiendas de «alimentos basura hay», con lo que «queda claro que se están creando ciudades más desiguales económicamente y en salud».

Y revela que «esta metralla» rodea los centros escolares de la capital española, donde un 95 por ciento de los colegios tiene una media de 17 establecimientos con alimentos altamente procesados o bebidas azucaradas en un radio de 400 metros.

En relación con el alcohol, tras analizar su promoción y disponibilidad en las calles, los investigadores dan por probado que se ha «normalizado su consumo», por lo que Manuel Franco aboga una regulación «muy clara».

También reclama avances legales para luchar contra el tabaco porque «la sociedad se ha inventado otros lugares para fumar que ya están tan expuestos al humo como estaban antes los recintos en los que se prohibieron los cigarrillos».

«En las terrazas de los bares los niveles de concentración de partículas están por encima de las recomendaciones de calidad del aire», asevera, y «en las cerradas a cal y canto incumpliendo la normativa» el nivel de tabaco es más alto que cuando se fumaba en los bares, que estaban mejor ventilados».

También la forma de los barrios influye en la actividad física. Franco lamenta que en los de menor nivel socioeconómico haya menos instalaciones deportivas de todo tipo: «Esto es tremendo porque sabemos de partida que la gente mas desfavorecida que vive en barrios con peores condiciones tiene peor salud».

POLÍTICAS PÚBLICAS. Para corregir esta situación, Manuel Franco reclama políticas públicas y critica que en España se siga pensando que la salud pasa por la atención médica en vez de «por el frutero, por el polideportivo o por un buen asfaltado».

Aunque subraya que no hay «suficientes herramientas para atajar» la situación. «Si yo comento esto con el alcalde me dirá que no tiene forma rápida de intervenir, pero si le pido más dinero para hipertensivos, en dos días sabré si se pueden pagar o no».

Así, urrge a «desideologizar la ciencia y dar cabida a la evidencia» ante lo que reconoce que los investigadores tienen mucho que hacer «para convencer a los políticos».

«La evidencia dice que la contaminación no es buena para los que vivimos en las ciudades», subraya el doctor. «Nadie quiere tener un ictus, asma o diabetes y esto no tiene nada que ver con la izquierda o la derecha; la salud de la población no tiene ideología».