Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Gripalizar

21/01/2022

Se habla de la necesidad de «gripalizar» la pandemia, y se me ocurre que el mismo recurso podría usarse para abordar los peores males que nos aquejan. Y cuando hablo de «gripalizar» esto o aquello me refiero a negar o rebajar la importancia de los problemas, en lugar de buscarles una solución. Se trata de una táctica muy común entre los políticos, que cuando quieren son auténticos maestros en los usos y abusos del lenguaje, convencidos (con razón) de que modificando el lenguaje se modifica también la realidad, o al menos la forma en que la gente la percibe. Que nadie hable, por ejemplo, de banalizar la educación ni de rebajar la exigencia, sino de «optimizar los objetivos de la enseñanza y ajustarlos a las demandas de la sociedad y a los intereses de los alumnos y las alumnas». Un empresario que se dispone a despedir trabajadores a troche y moche sabe muy bien que debe referirse a ello como un «reajuste de plantilla», a sabiendas de que todo el mundo va a entender que no va a ser reajustada al alza. Si un político milita en el partido gobernante y no puede obviar un aumento del paro, lo mejor es que se refiera al problema como «un ligero cambio en las tendencias del empleo». Yo mismo, cuando mis alumnos se quejan de que les he puesto un examen muy difícil, les aseguro que mi única intención era aumentar el «nivel de desafío» para alimentar su «sensación de logro». Así pues, gripalicemos la pandemia si eso nos hace más felices. Y, ya puestos, dejemos que las UCI se llenen y que los servicios de atención primaria se colapsen, pues esas cosas no son más que «desajustes puntuales que no afectan de forma significativa a la eficiencia del sistema». No sé si existen academias para aprender ese extraño idioma de la política, pero se forrarían si las abrieran.