En busca de la ejemplaridad

Leticia Ortiz (SPC)
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Felipe VI ha intentado con sus decisiones, alguna muy dura para él, que la Corona sea un modelo de honestidad para la sociedad

En busca de la ejemplaridad - Foto: María José López Europa Press

La decisión del Rey Felipe VI de renunciar a la herencia que le pudiera corresponder de su padre, don Juan Carlos, que, además, dejará de percibir la asignación fijada en los presupuestos de la Casa Real por decisión de su hijo, es una iniciativa enmarcada en la conducta ejemplar que prometió en su discurso de proclamación. 

«Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no solo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos». Ese fue el compromiso que el Soberano pronunció ante el Congreso el 19 de junio de 2014, el día de su proclamación oficial como Jefe del Estado tras la abdicación de su progenitor.

Este deber que se autoimpuso Felipe VI ha guiado su Reinado desde entonces, con decisiones en las que, como con el caso del polémico legado de Don Juan Carlos, que le había hecho beneficiario, junto a la Princesa Leonor, de una sociedad offshore creada vinculada presuntamente a una donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí, ha puesto a la Corona por delante de todo, incluso de su propia familia.

De hecho, antes del comunicado emitido por Zarzuela el pasado domingo, las decisiones más controvertidas, al tratarse de su propia hermana, tenían que ver con la Infanta Cristina, que estuvo imputada -fue absuelta por los tribunales- en el caso Noós, en el que su marido Iñaki Urdangarín acabó condenado a seis años y tres meses de prisión -una pena que fue rebajada luego por el Tribunal Supremo- por diversos delitos de corrupción. Meses después de que la Justicia la implicase como investigada por cooperación en dos delitos fiscales en la presunta red irregular tejida por el exjugador de balonmano, Felipe VI ordenó retirar a su hermana el título de duquesa de Palma. Este tratamiento le había sido otorgado a Doña Cristina por su padre, Juan Carlos I en 1997, cuando contrajo matrimonio con Urdangarín.

En aquel momento, junio de 2015, la Casa del Rey no informó del motivo de la decisión tomada por Felipe VI para revocar el Ducado de Palma de Mallorca, pero resultaba evidente que la erosión a la Corona provocada por la imputación de su hermano había llevado al Monarca a tomar dicha determinación. 

Más allá del gesto público, la retirada del título significó también la ruptura de relaciones entre los dos. Y es que la Infanta Cristina -que nunca ha renunciado a sus derechos dinásticos en la sucesión al Trono, pese a que Don Juan Carlos se lo pidió- comunicó, a través de su abogado, que había sido ella la que había renunciado al tratamiento de duquesa de Palma a través de una carta enviada a Don Felipe. Zarzuela se apresuró a desmentir este extremo, lo que acabó por fractura la unión de dos hermanos que siempre habían tenido un estrecho vínculo. No hay que olvidar que Doña Cristina y su marido fueron los primeros cómplices del noviazgo del por entonces Príncipe de Asturias con Letizia Ortiz. Pero, una vez más, el Monarca decidió salvar la integridad de la Corona, aunque eso significase romper las relaciones con su hermana.

Transparencia

Antes de esta determinación, la más sobresaliente de todos, el Monarca ya había mostrado que el camino que quería tomar. Con su llegada al Trono en junio de 2014, tras la abdicación de su padre, Felipe VI ha llevado a cabo una batería de actuaciones para garantizar la ejemplaridad y transparencia de la institución monárquica, para sacarla de la crisis institucional en que la estaba sumida.

Sus primeras iniciativas consistieron en anunciar una auditoría externa para las cuentas de la Casa del Rey, y la publicación tanto de las retribuciones de sus altos cargos como de los contratos y convenios suscritos y también del grado de ejecución de sus presupuestos. Además de un código de conducta para todos los trabajadores de la Casa Real, el recorte en un 20 por ciento de la asignación como jefe del Estado y la prohibición de que los miembros de la Corona aceptasen regalos que comprometan la dignidad de sus funciones.

El Monarca también redujo la Familia real a seis miembros: Don Felipe, Doña Letizia, los Reyes Juan Carlos y Sofía, la Princesa Leonor, y la Infanta Sofía. De esta forma, sus hermanas Elena y Cristina pasando a ser simplemente familiares de Felipe VI.

Una de las medidas más recientes, fue la eliminación, en junio de 2019, de la Secretaría del Rey Juan Carlos, después de la retirada de su padre de la vida institucional.

«La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente». Unas palabras de su discurso de proclamación que Felipe VI parece llevar grabadas a fuego, aunque eso le haya supuesto dejar caer a sus queridos para salvaguardar la Monarquía.