Luque y Leal pasean orejas de distinto corte

P.J.G.
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Un encierro de Fuente Ymbro, bien presentado, pero descastado, abrió un abono en el que el apático 'Finito' se fue de vacío

Un pasaje de la faena de Luque al quinto de la tarde. - Foto: José Miguel Esparcia

El 17 de septiembre de 2019 Fígaro, de la ganadería de Montalvo, fue el último toro que se arrastró en el abono ferial de ese año, pensando ya en el ciclo taurino del año siguiente, que no llegó por la dichosa pandemia del coronavirus, por lo que fue preciso esperar 721 días hasta que se volviese abrir el portón de cuadrillas para iniciar la Feria Taurina de 2021, más corta, pero con la esperanza de que sea más intensa, aunque por lo visto en la primera tarde tocará esperar a otro día, quizás hoy. Porque la tarde de ayer no es de las que pasará a la historia, principalmente motivado por la corrida de Fuente Ymbro, con más forma que fondo, con una buena presentación, pero descastada y blanda, sin ser el mejor ingrediente para haber obtenido un buen guiso.

Daniel Luque cortó la primera oreja del abono, al segundo de la tarde, en la que fue la mejor faena del festejo, la de pasajes más destacados, mientas que Juan Leal también paseó otro apéndice, ganado de distintas forma, con un arrimón en los compases finales que caló en los tendidos. Por su parte, el veterano Finito de Córdoba, tan desdibujado, salvo en las verónicas de recibo al cuarto, como desganado, se fue de vacío, con el balance de pitos y ovación con algunos pitos.

Daniel Luque llegó al abono albacetense dentro de una temporada en la que está cuajando buenas actuaciones y pronto lo refrendó en el coso albacetense ante su primer enemigo, el segundo de la tarde. La verdad es que Finito de Córdoba le había dejado el listón muy bajo tras su apático comportamiento con el que abrió plaza. El andaluz salió con más ganas que su paisano y si no pudo brillar en los lances de recibo a la verónica a un toro sin fijeza, sí lo hizo en el quite, también a la verónica, rubricado con una notable media. Tras brindar al respetable, Luque cuajó una faena en la que estuvo firme y decidido, con el metraje justo y con intensos pasajes, sobre todo con la mano derecha, ya que al natural al astado le costó más repetir en la muleta del diestro, que supo dar pausa entre serie y serie a un toro tan blando como manejable. Lo despachó tras una estocada trasera y un descabello, momento en el que afloraron los pañuelos en los tendidos para solicitar una oreja que fue concedida y que suponía la primera del abono y el premio a la labor de Luque.

Similar condición tuvo de salida su segundo enemigo, el quinto, que si bien se dice que no hay quinto malo, en esta ocasión, en la línea de toda la tarde, sí lo hubo. El astado saltó al ruedo tan a su aire como la mayoría de los del encierro, sin atender a engaños y con el empeño del diestro por pararlo y fijarlo en los medios, cuando el manso astado pedía otros terrenos. Las probaturas de inicio de faena desembocaron en una faena en la que al toro le costaba tomar el engaño y repetir, por lo que se los tuvo que recetar de uno en uno en una faena que, viendo el material que tenía y lo poco que se podía sacar, alargó en exceso y remató con unas estacada trasera y atravesada y dos descabellos. Fue ovacionado.

Juan Leal paseó la otra oreja que se logró en la primera de abono, aunque con distintas armas para lograrlo, ya que el diestro francés cimentó su labor en el arrimón final. Salió muy dispuesto y pronto dejó claras sus intenciones, con un ajustado quite en el que se echó el capote a la espalda, como aperitivo de su inicio de faena, clavado de hinojos en los medios, con un pase cambiado y una serie en redonda. Ya puesto en pie, las series se sucedieron con el toro buscando las tablas en cada muletazo que daba hacia adentro, por lo que decidió plantearla la batalla junto a las tablas, en el terreno que quiso el toro. Ahí llegó el arrimón del diestro, donde arrancó los últimos muletazos, muy ovacionados varios circulares. Su entregó había calado en los tendidos y sólo faltaba poner la rúbrica, que lo hizo con una estocada muy efectiva que hizo rodar con rapidez al astado, lo que le valió para que se solicitase una oreja que tardó en conceder la Presidencia.

Finito de Córdoba fue el diestro que abrió plaza y su primera faena no quedará en las retinas de un público deseoso de volver a ver un festejo en el coso albacetense, porque, en este caso, tantos meses de espera no merecieron la pena. El primero de la tarde salió renqueante de los cuartos traseros, pero los tres puyazos que le propinaron le terminaron de hundir y llegó a la muleta tan parado como rápido estuvo Finito en buscar el estoque para despacharlo, con un pinchazo hondo, saliéndose de la suerte.

El saludo al cuarto de la tarde hizo pensar en un desquite del cordobés, con lances a la verónica con su sello y su clase, pero sólo fue un espejismo, porque con la muleta, ante un astado al que le costaba tomar el engaño, se empeñó en una faena larga, con más composición que toreo, rematada con un pinchazo saliéndose de la suerte y una estocada caída, siendo ovacionado tras escuchar un aviso.