Langostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo

Europa Press
-

Los bombos congregan un año más en el Teatro Real a los variopintos personajes habituales en la gran fiesta de la lotería

Langostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo - Foto: Chema Moya

El Sorteo Extraordinario de la Lotería inaugura oficialmente la Navidad en España, y este domingo ha vuelto a demostrar que también ejemplifica el espíritu de reencuentro de estas fechas. El Teatro Real, escenario del sorteo, reúne todos los años a una variopinta familia formada por extravagantes asistentes, cantarines niños de San Ildefonso y excitados periodistas convocados por el Gordo, un anfitrión que, en ocasiones, se hace de rogar.

No ha ocurrido este año. Al contrario, ha aparecido temprano, apenas unos minutos después de que arrancase el sorteo pasadas las 9,10 horas. Para presenciarlo de cerca, Manoli Sevilla ha aguantado 50 horas apostada en la puerta del teatro, durmiendo cubierta por una manta en una silla portátil.

Un esfuerzo con recompensa: Manoli ha recuperado esta mañana el privilegio de ser la primera en entrar al Teatro Real. Esta octogenaria de origen ceutí ejerce de matriarca de la extraña familia que se congrega en el sorteo. Lo hace siempre disfrazada, esta vez de árbol de navidad, con bolas y guirnaldas pegadas al cuerpo.

Langostinos, disfraces y otros clásicos del SorteoLangostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo - Foto: Chema Moya

El año pasado, Manoli cedió el honor a Jesús Manuel, que fue el primero en pisar la platea del Teatro Real vestido de novia y de la mano de su hijo. Este santanderino es como el familiar que se deja de ver de año en año, aunque consuela comprobar que sigue como siempre. Este domingo, volvía a vestirse de mujer. De bruja para más señas. Su hijo, que ha cumplido ya los 13, estaba más cambiado porque ha pegado el estirón.

De más lejos viene cada Navidad la abulense Diana. En concreto, de la isla Reunión, bañada por el océano Índico al este de Madagascar. Un idílico destino al que pudo escapar hace diez años de la precariedad laboral que padecía en España. "Tenía tres trabajos a la vez, y me ofrecieron marcharme con una beca, y allí he conseguido ser catedrática", afirma con una enorme sonrisa esta traductora que asiste al sorteo desde hace tres años empujada por la nostalgia de la infancia.

 

Langostinos, disfraces y otros clásicos del SorteoLangostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo - Foto: Chema Moya

Quijote y su amigo... orondo

El leonés Juan tampoco falta a la cita, y ha repetido traje: de obispo. El que no abandona su habitual y elegante vestimenta es Fernando Vázquez, un niño de San Ildefonso de 79 años que en 1954 cantó el Gordo y desde entonces acude con capa castellana a cada sorteo. Este año se ha dejado barba. Más arreglada que de costumbre la luce el televisivo Mocito feliz, al que le sigue atrayendo las cámaras como una candela a las luciérnagas.

Frente a esas cámaras, además del Mocito feliz, se situaban periodistas abonados al sorteo que dirigen las conversaciones de la reunión. Este domingo no han dejado de hablar con José Antonio Toro, un Quijote con conciencia medioambiental y un parasol reciclado como armadura. También gastaba mucha lengua, de Cervantes.

Cuando se le preguntaba de dónde venía, se metía en el papel: "De un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme". Tras la retórica, te decía que era de Móstoles. Le acompañaba un orondo amigo como escudero. "Yo me he venido con el gordo, y me marcharé con el gordo", repetía a todos sus interlocutores.

Langostinos, disfraces y otros clásicos del SorteoLangostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo - Foto: Eduardo Parra

 

No han faltado los langostinos

Como toda cita navideña que se precie, en el sorteo no han faltado los langostinos: una veintena de amigos disfrazados de sabrosos crustáceos que forman una peña bautizada como Los Rodolfos y han amanecido casi congelados tras pasar una fría y ventosa noche a la intemperie haciendo cola.

Langostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo
Langostinos, disfraces y otros clásicos del Sorteo

Su propósito era "hacer la gracia", reconocía Cristina, una de las jóvenes disfrazadas. "¡Chúpame la cabeza, la cabeza chúpame!", han coreado con tono futbolero los langostinos convirtiéndose en el manjar más codiciado por los periodistas hambrientos de testimonios para su retransmisión del sorteo, aunque no han podido eclipsar a los verdaderos protagonistas de la cita: los niños de San Ildefonso.