El Rey necesario

Javier Villahizán (SPC)
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Juan Carlos I pasa página y se retira definitivamente del foco institucional y mediático con la satisfacción del deber cumplido y de saberse valedor de los progresos del país en los últimos 40 años

El Rey necesario

Campechano, afable, deportista y cercano, pero también serio, implacable y decisivo para la Historia y la democracia de España. Juan Carlos I (5 de enero de 1938, Roma, Italia) reinó el país 39 años, hasta junio de 2014, y tras su abdicación en el entonces Príncipe de Asturias, Don Felipe, el Monarca Emérito siguió participando en la agenda oficial de la Casa del Rey y asistiendo a actos institucionales. Hasta hoy 2 de junio. 

Hace tan solo unos días y ante la sorpresa de muchos españoles, Don Juan Carlos decidió dar otro paso a un lado y retirarse por completo de la vida pública. Eso no significa que no se le vaya a ver con la familia, en actos deportivos o en cualquier otro evento relacionado con algunas de sus aficiones, sino que dejará de desarrollar actividades como Monarca Emérito del Reino de España.

Se retira un Rey que ha sido referente necesario de la Historia contemporánea de este país. Los más mayores mantendrán en su retina algunos de los episodios más destacados del relato del siglo XX, como es la labor y el empeño mostrado por Don Juan Carlos para sacar adelante las ansias de la sociedad española por instaurar una democracia con plenos derechos constitucionales.

Pero no solo la Transición fue una fase decisiva y crítica del Reinado de Juan Carlos I. Aún está reciente en la memoria, ya sea por lo visto, lo leído o lo contado, el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. La aportación del Soberano al mantenimiento del statu quo y su alocución por televisión es otra de las imágenes perennes en el recuerdo colectivo.

Los más jóvenes, sin embargo, retienen otras fotografías del Monarca Emérito, más relacionadas con actos sociales y festivos como el enlace de Don Felipe con la periodista Letizia Ortiz en 2004, las estancias vacacionales en el Palacio de Marivent, en Mallorca, y las asociadas a la práctica de sus deportes favoritos, como la vela y el esquí, o su asistencia a las ferias taurinas, como buen amante de los toros. Además de otras no tan afortunadas, como la del safari en Bostsuana en 2012 o la petición de perdón públicamente por haber realizado ese viaje en plena crisis.

Pero, ante todo, el pueblo español, Juancarlista por definición, como aseguraba el periodista Jaime Peñafiel, y la clase política del momento ha sentido siempre un profundo respeto y admiración por la labor de un Monarca, que además de ser jefe de Estado, era una persona entregada al servicio de España, como detalló en el comunicado que envió el pasado lunes a su hijo Felipe VI anunciando su retirada.