La carrera militar de José Carlos Presa Díaz se ha ceñido fundamentalmente a unidades de caza y al avión F-18, primero en Morón de la Frontera y luego en Canarias, con un breve intervalo de dos años como instructor en la Academia General del Aire, cuando era capitán. También se ha dedicado a la rama académica, donde ha obtenido  un doctorado. Ha sido profesor de la Escuela de Estado Mayor y ahora ha vuelto a la vida operativa, al mando del Programa de Liderazgo Táctico, donde se entrenan y forman los mejores pilotos de caza de la OTAN, un lugar que conoce bien, puesto que también fue instructor aquí hace una década .

Acaba de llegar al TLP, pero ya habrá tenido tiempo de ver las instalaciones y la situación actual del programa, ¿qué puede decir de la labor de su antecesor en el cargo, Andrés Enrique Maldonado?

A Andrés lo conozco hace 33 años de la Academia, después fue mi jefe en Morón de la Frontera hace 20 años y hemos coincidido en los escenarios más imprevisibles, por todo el mundo, con lo cual lo que puedo decir es que tengo 33 años de buenas palabras para él y el acento está en la última sílaba, en los dos últimos años, porque me ha dejado un programa, que decir saneado es poco, lo ha dejado a una labor de crucero y el reto es mantenerla y aprovechar esa inercia para consolidar varias mejoras en las que él ya estaba trabajando y a las que yo quiero dar un impulso.

¿Cómo están las instalaciones?

Las instalaciones las he encontrado tal y como las dejé hace 10 años, pero mejoradas. Con tal y como las dejé lo digo por el mantenimiento preventivo que se hace aquí. Hay un estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha, que desglosa el impacto económico del TLP y un 30% del impacto económico es el mantenimiento preventivo. Se gasta mucho dinero en que las cosas no se rompan y aquí funciona todo, no se ha roto nada.

El día en que tomó posesión de su cargo afirmó que su objetivo principal era «fortalecer el TLP», ¿cómo piensa hacerlo? ¿Qué medidas piensa tomar?

Al haber sido instructor aquí, tengo varias ideas, también heredadas de Andrés Maldonado. La primera es que quiero expandir el TLP en el entorno virtual, porque tiene un potencial de crecimiento enorme, porque el entorno virtual podrá interactuar en el futuro con las aeronaves en vuelo; es decir, podremos hacer misiones en las que parte de la masa que se entrena está en el aire y parte está en los simuladores y que estén conectados y volando entre sí o unos contra otros.

Además los algoritmos de los simuladores, esos mismos programas, se convierten también en instructores, porque detectan pautas de acierto y error, que nos permiten después analizar y mejorar la calidad de nuestro entrenamiento. Después por la conectividad de los sistemas de simulación, algún día el TLP se podrá conectar con otros sistemas de simulación de otras naciones, de modo que podamos organizar misiones, de un ámbito mucho mayor, pero cada uno desde su centro. De hecho, en este caso, estamos ya trabajando en la conexión de simuladores nacionales, en particular del F-18, con el sistema de simulación del TLP y de eso se está encargando Maestranza Aérea, con el compromiso personal el coronel de Maestranza, Rafael Gómez Blanco. Está liderando esa expansión virtual del TLP. De hecho, esperamos incluso a medio plazo mayor inversión en sistemas de simulación, en un sistema de simulación nuevo. Esto también permitiría el día que haya mal tiempo cancelar la misión, pero volarla desde el suelo, el impacto que supone para el programa es extraordinario, porque ejecutas todo el sílabo, ya sea de forma real o virtual. Todo son ventajas, por eso mi compromiso con la ampliación virtual del TLP es clave.

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