Una inquietante navidad

María Jesús Álava (psicóloga)
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Los acechantes peligros de la pandemia y las pérdidas a causa de ella van a hacer que la tristeza sea uno de los sentimientos más presentes

Los niños disfrutan como nadie de la Navidad, pero muchos adultos temen la llegada de estas fechas. Se les juntan emociones dolorosas como el recuerdo de seres queridos, la añoranza de su infancia, la necesidad de aparentar alegría -cuando se sienten tristes-; el encontrarse lejos de su ciudad o país de origen… Pero estas navidades tienen un carácter muy singular. Miles de personas han perdido este año a sus seres queridos y lo han hecho en unas condiciones tan desgarradoras, que el sufrimiento que han experimentado puede recrudecerse aún más en estas fechas. Ha sido un año muy especial, pero los psicólogos sabemos que, incluso en condiciones normales, estas fechas implican alto riesgo emocional. 

La tristeza es muy personal y cada persona la siente de forma diferente, pero hay una tristeza muy difícil de sobrellevar, esa tristeza que nos invade y provoca ese vacío tan profundo, en medio de la aparente alegría de la navidad. 

Las tristezas más universales son las reactivas; es decir, las que sobrevienen a consecuencia de algún acontecimiento o situación difícil. Dentro d      e ellas, las más difíciles suelen ser las motivadas por la pérdida de un ser querido (pérdida real (física) o emocional.

Estas navidades están marcadas por la presencia de la COVID-19, este coronavirus que ha causado tantas muertes y ha trastocado nuestras vidas. En estas fechas nos debatimos entre la tradición de celebrar y el peligro real de asumir conductas de riesgo que pueden resultar muy peligrosas.

 

¿Cuáles son las tristezas que nos resultan más dolorosas?

Entre las tristezas que nos desbordan están las pérdidas de un ser querido y la peor pérdida es la que padecen los padres cuando se les muere un hijo (huérfilos). 

A continuación, vendrían las tristezas provocadas por pérdidas muy importantes en nuestra vida. Ahí tendríamos la pérdida de la pareja, cuando el sentimiento de amor aún es pleno y está vigente, la pérdida de un hermano o hermana con quien te une una relación muy especial, la pérdida del progenitor más querido, la de un familiar o un amigo muy entrañable… depende de cada persona.

Hay otra pena muy profunda que acontece cuando sentimos que hemos decepcionado profundamente a alguien y hemos producido un desengaño irreparable.

Pero la más dolorosa tiene lugar cuando nos culpabilizamos de algo que no nos perdonamos. Es la tristeza que sentimos cuando hemos hecho un daño irreparable a un ser muy querido, un daño que ha podido generar grandes secuelas físicas o emocionales o incluso ha podido ser el desencadenante directo o indirecto de su muerte.

 

¿Cómo nos debemos comportar estas navidades? 

Hay que ser consecuentes y actuar con la sensibilidad y madurez que las circunstancias demandan:

- Evitar cualquier tipo de conductas de riesgo.

- No pongamos en peligro a nuestros seres más queridos.

- Dejemos las celebraciones multitudinarias para más adelante.

- Manifestemos nuestro amor de la forma más entrañable: con esa carta llena de ternura donde expongamos lo importante que son en nuestras vidas, con esa canción que cantamos en su honor, con esas líneas que nos salen del corazón, con esa llamada o videollamada en los instantes de especial emoción y conmemoración, con el mayor regalo que podemos hacerles, nuestra generosidad en estos momentos tan especiales.

- Nuestros seres queridos entenderán que amar es no poner en peligro a quienes queremos, pero ese amor no tiene que estar exento de conexión, comunicación y afecto.